25.10.23

Un amor y Esto no es Suecia: cuando huir al campo es la peor de tus decisiones

En esta entrada hablo de Un amor, la última película de Isabel Coixet, y del primer episodio de la serie Esto no es Suecia, que se podrá ver en RTVE.

En 1972, el estreno de Deliverance (Defensa) cambió para siempre la inocente idea de que para alejarse de los problemas en la ciudad nada mejor que aventurarse en la naturaleza. El grupo de amigos se enfrentaba cara a cara con unos paletos locales y lo que iba a ser un fin de semana ideal se convertía en una pesadilla. Luego llegaron un montón de pelis de terror para poner en su sitio a los urbanitas que buscaban la paz donde no debían. Lo que se lleva ahora es hablar de jóvenes parejas o solteros que huyen de la urbe para encontrar una nueva vida en el campo. Películas como Suro han mostrado a una pareja que pretende reforzar su relación trabajando en un negocio de alcornoques. Lo que parecía una buena idea se va torciendo, aunque no llega a esos extremos del cine de género, muestra una realidad que acojona porque puede sacar lo peor de uno mismo.

Ha coincidido en el tiempo (en cuestión de días) que he visto el primer episodio de la serie Esto no es Suecia y la película de Isabel Coixet, Un amor. Ambas hablan de personajes que se instalan a las afueras de la ciudad en busca de un reseteo, de una nueva vida. Y en ambas esa idealización deriva en un puñetazo de realidad que les hace replanteárselo todo. Curiosamente en ambas propuestas se arranca con mujeres africanas que lo están pasando mal y en ambas hay una familia sueca, metáfora de la idealización.

Pero hay formas de contar las cosas. En Esto no es Suecia, se usa la comedia negra, el drama mezclado con el suspense. Los protagonistas (Aina Clotet y Marcel Borrás) son una pareja con dos hijos dispuesta a protegerlos en un entorno saludable. Están obsesionados con las terapias de crianza y en concreto con una familia sueca, el espejo en el que ellos pretenden reflejarse. Obviamente, las apariencias engañan, y nada es de color de rosa, aunque vivas a millones de kilómetros de lo que consideras peligroso. La serie comienza sin embargo en un pueblo africano, donde ella está filmando a unas mujeres de un poblado que hablan de sus miserias (aunque ellas mismas se animan unas a otras a exagerarlas para dar pena) y le venden unas alfombras. Esto no es Suecia es muy divertida, llena de gags continuos, recreándose en la parodia y mostrando al detalle cómo es la vida sin coche, sin acceso a internet y sin otras comodidades, aderezado además con unos niños que no quieren estar ahí y que no entienden a sus padres (la niña gafotas es una genialidad). Me río bastante, es entretenida y llena de aciertos. El final del primer episodio promete además un giro de los acontecimientos. Habrá que ver cómo se desarrolla. Esto no es Suecia la vi en el Festival Serielizados y se estrenará en RTVE.

Sin embargo, Un amor se toma el asunto demasiado en serio, fuerza la historia y acaba siendo menos creíble. Es la adaptación de la novela de Sara Mesa que no he leído, así que no sé si lo que hace Isabel Coixet es fiel o sigue sus propios derroteros. Entro con muchas ganas en la película. Pero ya desde el inicio algo me chirría. La protagonista ha estado antes en África (qué casualidad) escuchando el sufrimiento de una mujer negra (aquí no hay bromas). La negra no llora, ella, sí. Ella parece estar más jodida que esta mujer que lo ha pasado realmente mal. Luego se muda sola a un pueblo y alquila la peor casa, una choza que se cae a pedazos. Traga con esto y con un casero que de tan malo que intentan que parezca resulta una parodia sin pretenderlo. Este tipo repulsivo le regala un perro, pero no es un perro normal, es un chucho que tiene magullada la cara. Luego está el vecino guaperas que se gana la vida creando unas vidrieras feas. De pronto todo me parece horroso, excesivamente repulsivo. Cuando se juntan, no me creo ni a Laia Costa (que me chifló en Cinco lobitos) ni a Hovik Keuchjerian (que es una bestia de la interpretación, le echen lo que le echen, ganas de verle en Reina roja). Qué necesidad de mostrarnos el tripón de él, por ejemplo. No entiendo quiénes son estos personajes, y cuando lo cuentan me da ya un poco lo mismo. Ella que no sabe qué hacer con su tiempo libre, cuida de una mujer con demencia. No hay nada liberador en este sitio, ni siquiera cuando debiera haberlo, todo me resulta forzado, explícito. Me sorprende que también haya una familia sueca, o al menos la madre lo es, interpretada por Ingrid Garcia Jonson. Igual que en Esto no es Suecia, son el ejemplo idealizador (aunque ellos solo viven allí los fines de semana, tal vez por eso son felices). Cuando los conocemos celebran el cumpleaños de sus hijas que van vestidas igual y parecen las niñas de El resplandor. Y todo así. Nada es bonito, la ropa que visten, las casas, todo parece que esté muerto, hasta sobrevuelan buitres. No sé, no me interesa cómo me están contando las cosas y sé que al final esta chica acabará mal porque no le queda otra. Nos venden la película como una intensa historia de amor, "un amor", pero el sobrepeso de él, la insistencia de la Bella y la Bestia (yo lo vi así), me aleja: me parece más turbia la relación por la estética de ambos que por la inquietante obsesión de ella. La película se estrena en cines en noviembre.

No hay comentarios: