5.1.23

Opinión. Machos Alfa, una guerra de sexos original y cargada de ironía

Opinión de la serie Machos Alfa, de Laura Caballero y Alberto Caballero (Aquí no hay quien viva, La que se avecina), en Netflix. Actualizo: Machos Alfa renueva por una segunda temporada.

Anoche me hice maratón de #MachosAlfa y qué sorpresa. Serie a la que te asomas con precaución, que te engancha por su inteligencia y frescura, y que tiene a uno de los mejores repartos que haya visto nunca. Cómo se cuentan las vivencias de estos amigos y su entorno es brillante. 

Este tuit lo retuiteó Netflix España y lo petó en visitas y respuestas.

Protagonizada por Fernando Gil, Fele Martínez, Gorka Otxoa y Raúl Tejón, con sus respectivas: María Hervás, Raquel Guerrero, Cayetana Cabezas y Kira Miró. Además, Paula Gallego, Karol Luna, Fernando Sansegundo, Isabel Serrano, Jordi Sánchez, Petra Martínez, Mariano Venancio, Andoni Agirregomezkorta, Jazmín Abuín, Silvia Marty, Virginia Rodríguez, Luis Merlo, Nathalie Seseña, María Castro, Mar Saura, Santi Millán y Jordi Aguilar.

CON SPOILERS DEL FINAL

No me interesan las historias de guerra de sexos si sabemos de antemano quiénes van a ganar. En Machos Alfa no lo tengo tan claro. Tampoco si es una serie que se toma en serio o todo lo contrario. De primeras, me echa para atrás sin haberla visto. Se estrenó el 30 de diciembre en Netflix y no me puse con ella hasta el 4 de enero. Pero en cuanto empecé a verla no pude parar. Todos mis prejuicios a la basura. Es una serie que se ríe de los estereotipos y tal vez algunos de los espectadores no pillen la ironía. Aquí no hay ni malos ni buenos, ni hombres que maltratan a sus mujeres ni mujeres que temen a sus maridos. Machos Alfa es una comedia cuya ambición es máxima: mostrar lo que los hombres (en est caso de cuarenta y tantos) hacen mal por inercia y lo que las mujeres hacen mal por empoderamiento. Y esto es lo que más me interesa. No me río a carcajadas ni falta que hace, pero no puedo hacer otra cosa mientras veo la serie. Los diálogos van a toda pastilla, con escenas muy cortas que saltan de unos a otros personajes. Aunque puede que me interesen más unas historias que otras, al final entro de cabeza en todas. El reparto tiene una química que no es normal, los cameos me divierten y ver Madrid en algunos escenarios reconocibles me alegra. Me parece enormemente difícil encontrar ese punto de equilibrio para no caer en el chiste fácil, en la demagogia, en lo soez de forma gratuita. La fina línea, desde mi punto de vista, no se cruza (o se cruza lo mínimo) y todo me parece inteligente en la narración, incluso sorprendente a pesar de la facilidad con la que se puede caer en lo previsible. Machos Alfa no inventa la comedia, pero logra que empatices con unos personajes a los que no calas de primeras, que no son planos y sí muy reconocibles. En todos ellos me veo a mí misma, o a amigos y conocidos. Todo es muy real e incluso en lo que no me reconozco acabo por intentar comprenderlo. Y en esto me gana Machos Alfa, que es una historia que intenta que comprendamos, que veamos cómo están las cosas, esas que son menos aparentes, que no explotan en la cara, esos micromachismos que siguen ahí, pero también esas mujeres que no buscan igualdad sino pisotear la cabeza a los hombres. En realidad, la propia serie es un curso acelerado sobre la relación entre hombres y mujeres en el siglo XXI. Mucho más provechosa que el curso llamado Machos Alfa al que se apuntan los cuatro protagonistas. Cada uno extraerá una conclusión dependiendo de sus propias vivencias. 

Si alguna moraleja tiene esta temporada (ojalá haya segunda) es que los hombres desleales son castigados, mientras los hombres que han sufrido y han esperado (como solían hacer las mujeres) son recompensados. Desleales son Pedro y Raúl, el directivo televisivo y el dueño del restaurante. En común tienen que disfrutan en su trabajo y que sus mujeres (Daniela y Luz) son ambiciosas sin necesidad de tenerlos al lado. Pedro pierde su trabajo al tiempo que se le tienen que operar de un testículo, la simbología es perfecta. Sin su curro, Pedro no sabe qué hacer con su vida y se deprime. Lo que le anima a salir adelante es ver a su mujer ganando pasta como influencer. El problema es que no lleva nada bien que ella gane más que él, así que, aunque piense que es una broma para sacarle la pasta a los ingenuos, que él se convierta en un influencer tóxico provoca que Daniela pase de él. Esta pareja no habla de sexo ni tiene hijos, son pareja de hecho y viven de la apariencia. Al rascar un poquito en la superficie todo se va al traste. En el caso de Raúl, es el infiel de libro, a veces parece Jose Luis Lopez Vazquez, como de otra época, enrollado nada menos que con la mujer de su socio en el bar. Cuando Luz le propone una pareja abierta, él no está de acuerdo en compartir a su mujer con nadie, pero entra por el aro porque no la quiere perder. En este caso, la fragilidad de esta pareja está en el poco tiempo que llevan juntos (tres años) y en que tampoco han hablado de un futuro juntos. Cuando hay la posibilidad de irse a trabajar a Amsterdam y empezar de cero, todo le viene grande a Raúl que en realidad es feliz con su bar, sus amigos y echando sus canas al aire. Raúl vive en el pasado y cuando Luz descubre que le ha sido infiel, le deja. Cuando ves a Raúl y Luz juntos piensas: mucho arroz para tan poco pollo.    

En el caso de Luis y Santi, comparten una forma de ser menos ambiciosa, más pasiva, dan la sensación de que no van a exprimir la vida y se van a contentar con lo que tienen. Ambos tienen hijos y aman a sus mujeres, aunque Santi se ha separado recientemente. Luis (policía municipal), que tiene la libido por los suelos, no lo ve venir cuando su mujer Esther (profesora de autoescuela) le deja por otro, pero eso le pone las pilas. Aunque enrollarse con su entrenador no es nada más que un espejismo, una fantasía sexual realizada, nada del otro jueves. Estos dos vuelven a estar juntos porque por fin han puesto muchos tabúes sobre la mesa. Hay la suficiente confianza para decirse las cosas claras y ya sabemos que la confianza da asco. Luis acepta el envite y espera a que Esther fracase, cosa que ocurre, porque la decisión de Esther es nefasta. ¿Qué pinta ella con este tipo? El entrenador tiene además a otra que vuelve con él. Lo último que sabemos del policía municipal es que se apunta al gym, dándose cuenta de que no hay que descuidar a tu pareja, por mucha falsa sensación de seguridad tengas. En el caso de Santi, el acicate para el cambio es su propia hija Alex, que le empuja a tener relaciones por Tinder. Lo que se encuentra este hombre es un buen puñado de (la mayoría) mujeres inseguras o asqueadas, un disparate, vaya. Aunque su mujer Blanca le dejó por otro y es bastante condescendiente y nerviosa, Santi no encuentra a nadie que la pueda reemplazar. Mejor lo bueno conocido que lo malo por conocer, parece decirse. Santi sigue enamorado de su mujer a pesar de todo y contra eso no puede luchar. Es el personaje más feminista, el que ha aprendido junto a su hija, el que intenta adaptarse a los nuevos tiempos, aunque algunas de estas lecciones milenial no sean otra cosa más que ciencia ficción. Una cosa es la teoría y otra, la práctica. A Blanca le deja su pareja por otra (le hacen lo mismo que ha hecho ella) y vuelve junto a Santi para sorpresa de su hija. Como espectador no das un duro por esta pareja, pero el amor es ciego y hay personas, como Santi, que no pueden vivir solas. 

No hay comentarios: