12.12.20

Opinión. The Dark and the Wicked, No matarás, El diablo a todas horas, Come Play y Voces, malas decisiones

Mi opinión de cinco películas de terror-suspense en las que las malas decisiones llevan a los protagonistas a no hacer lo correcto y a meterse en líos: The Dark and the Wicked, No matarás, El diablo a todas horas, Come Play y Voces.


The Dark and the Wicked

La muerte del padre provoca que sus hijos regresen a la granja familiar. Pero la madre les invita a no ir, a quedarse en sus casas, tiene miedo. En efecto, los hermanos empezarán a sufrir todo tipo de situaciones paranormales una vez lleguen a la casa que parece estar maldita. Se presentó en el Festival de Sitges, dirige Bryan Bertino (Los extraños). Lo mejor es no saber qué va a pasar, te mantiene a la espera, sin muchos ruidos ni aspavientos, con una atmósfera asfixiante. Lo peor es eso mismo, cualquier cosa vale porque no sabes cómo se va a desarrollar el asunto ante esa aparente normalidad que esconde el absoluto terror debido especialmente a ciertos ritos que los hermanos desconocen. Hay una escena en la que una señora se corta los deditos mientras cocina que ya vimos en La maldición (The Grudge), con Demian Bichir (que sigue la estela de otras pelis japonesas y de la miniserie Ju On: Orígenes).


El diablo a todas horas (The Devil all the Time)

Abruma su plantel de actores (Tom Holland, Bill Skarsgård, Sebastian Stan, Robert Pattinson, Mia Wasikowska, Riley Keough…). La peli de Antonio Campos es violencia pura, desarrollada a lo largo de dos décadas en Ohio, con la América rural de fondo y sus elementos religiosos, sus sacrificios, con la historia de un chaval que sufre abusos y que no está dispuesto a dejarse mangonear tiempo después. Me quedo con su alta dosis de cinismo e hijoputez bañada de horror gótico, aunque es una propuesta irregular en la que ciertas historias y actores están mejor unos que otros, pero merece un visionado porque es original, intensa y visualmente potente.



No matarás 

También vista en Sitges, cuenta con Mario Casas como principal reclamo en un Jó qué noche que lo transforma. Otra mala decisión de un chaval bueno y cariñoso, que se ha sacrificado al cuidar de su padre enfermo, que en su primera noche de liberación abre la caja de Pandora debido al embrujo de una chica despreocupada y bastante cañera (el descubrimiento de esta peli es ella, Milena Smit). Intenso thriller con una potentísima escena de sexo y un Mario Casas capaz de mostrar ambos registros (y alejarse de su otra película bipolar: El practicante).


Come Play

En la cabeza está Babadook, inevitable, pero Come Play le da una vuelta de tuerca al asunto de niño con problemas, asustado por un monstruo casero que se esconde esta vez no en un armario sino en los aparatos eléctricos del hogar. Contado así parece un relato de Stephen King a lo Christine, pero le falta alma. Es el remake del cortometraje Larry, creado por Jacob Chase en 2017, lo que viene a decirnos que ha estirado una historia que tal vez no lo necesitaba. Gillian Jacobs clava a esta madre siempre en tensión, preocupada pero escéptica al mismo tiempo, pero me pierdo en las razones que provocan todo el tinglado. No llega a cuajar la idea de que el abuso de las pantallas te puede llevar a perder el sentido de la realidad o a provocar un mayor aislamiento, esto te lo imaginas tú como espectador. Se deja ver, pero se olvida pronto.

Voces

Al ver a Rodolfo Sancho no podía dejar de pensar en James Brolin en Terror en Amityville. Los homenajes son muy evidentes, el director no los esconde, como ver durante un segundo la ya famosa y temida pelota roja que aparece de la nada. Aquí la mala decisión es mudarse a al típico caserón aislado para empezar una nueva vida. El hijo comienza a escuchar voces y los padres no saben qué hacer con los fenómenos paranormales. Si en Amityville se optaba por un cura, aquí eligen a un especialista en el tema que acude con su hija. Hay quien le recuerda a Expediente Warren. El cameo de Javier Botet como fan del escritor que le pide su autógrafo anticipa al futuro monstruo. A pesar de no inventar nada, pues el género de casa con fantasmas está más que trillado, me engancha su trasfondo emotivo y me dejo llevar por los miedos de esos padres y las caras de asombro de un siempre disfrutable Ramón Barea como investigador a lo Poltergeist. Cuenta con un twist final que se puede ver venir pero que le da otro toque aun más terrorífico a la trama.

No hay comentarios: