3.3.19

Opinión. 'Barry', un asesino a sueldo con alma de actor

De Barry me echó para atrás Bill Hader, al que recuerdo por el Saturday Night Live. Sin embargo, en Barry aparta el humor obvio para concentrarse en un personaje ambiguo, una especie de Dexter, que mata por dinero, pero con un código moral que hace que empatices con él. En su mundo de asesino a sueldo le acompaña un jefe que hace de padre, al que Barry parece estar subyugado. Como buen hijo, el criminal es incapaz de llevarle la contraria.


La serie arranca con Barry en una clase de interpretación cuando persigue a su próximo objetivo. Esa escuela, en la que acaba apuntado, es como la sala del psiquiatra de Tony Soprano, pues Barry comienza a explorar sus verdaderos sentimientos contradictores entre ensayo y ensayo. Su profesor bien podría ser el padre bueno que nunca tuvo, la némesis de su jefe asesino. Barry alternará ambos mundos, mientras decide qué hacer con su vida. En su proceso se enamorará, un sentimiento nuevo para este hombre frío e indiferente. Barry se une a series como Killing Eve en las que el asesino no decide por sí mismo y ha sido educado para matar, creyendo que la vida que vive es la normalidad).

El asesino y su padre criminal.

Bill Hader borda al asesino confuso (se llevó el Emmy), que no sabe cómo enfrentarse a su vida de siempre, en la que es una marioneta, y comenzar su carrera como actor, su verdadera vocación, pues si es un asesino perfecto, al que es casi imposible pillar, como intérprete deja mucho que desear. Vamos, que donde pone el ojo pone la bala, pero en cuanto a dar la réplica a sus compañeros es bastante penoso. Aunque siempre acaba teniendo suerte y se sale con la suya. Tiene algo Barry que nos hace compadecernos de él. En el fondo, su jefe y sus víctimas, todos involucrados en la mafia y en el submundo criminal, son peores que él. En ese ambiente, sobrevive el que no es asesinado, ésas son las reglas. Y te pones de su lado.

El profesor a lo El método Kominsky.
Quiere el destino que ambos mundos, el del crimen y el de la actuación, se crucen, lo que da pie en la primera temporada a que una policía acuda a la escuela en busca de un posible sospechoso y se encuentre con un profesor que le tira los tejos (lo que resulta bastante divertido). Bill Hader se ha sabido rodear de dos veteranos secundarios que dan brillo a cada escena que comparte con ellos. Stephen Root, siempre soberbio, haga drama o comedia, como el padre criminal, y Henry Winkler (se llevó el Emmy), como el profesor de interpretación que puede recordar al Michael Douglas de El método Kominsky. Hay episodios mejores que otros, pero el viaje merece la pena, con un final de temporada por todo lo alto. La segunda entrega se estrena el 31 de marzo.


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