19.11.23

Esto va a doler, ¿sirve realmente el algoritmo para hacernos feliz? Cruel comedia romántica con guiño al cine de Hugh Grant

 En esta entrada hablo de Esto va a doler, la película de AppleTv, con Jessie Buckley y Riz Ahmed.

(no confundir con la serie británica Esto te va a doler –una de mis series favoritas de 2022–, que nada tiene que ver, y que es bastante buena por cierto).

Como buena comedia romántica que se precie Esto va a doler habla del amor como algo inesperado. De ahí que una de sus escenas mire directamente al cine de Hugh Grant. Un homenaje directo a ese cine que idealiza el amor, como Notting Hill, la película que los personajes ven en el cine en una de las escenas. En Notting Hill el librero conocía en su local a una estrella de cine (Julia Roberts). ¿Cómo iba a funcionar esta pareja? Imposible, pero al final el amor triunfaba (y el espectador lo sabía).

A pesar del guiño, en Esto va a doler la idea primordial es la contraria. El verdadero amor no existe en esa chispa ni tan siquiera en la inmediata sensación de que has encontrado a tu media naranja. En Esto va a doler el amor se puede cuantificar, gracias a un experimento que se realiza en el llamado Instituto del Amor. No todo el mundo está a favor, pero la mayoría pasa por unas pruebas que afiancen su relación (y que se basan sobre todo en la confianza) para después dejarse evaluar por una máquina que nunca explican realmente cómo funciona. 

Digamos que en la trama que nos ocupa el personaje de Riz Ahmed (The Night Of), que trabaja en el instituto cree en su trabajo, y que el personaje de Jessie Buckley (Estoy pensando en dejarlo), que comienza a hacerlo, vive feliz con su pareja (Jeremy Allen White, The Bear) pero comienza a sentirse atraía por su compañero. Vamos viendo cómo crece esa atracción por ambas partes, ambos intentan comprender qué ocurre, algo que se les escapa de las manos a pesar de que aparentemente sepan analizar las emociones de los demás. 

Esta atracción es pausada, cero sexual, más cargada de silencios y miradas que de toma de decisiones. Ellos se enamoran en los detalles. ¿Un famoso jugador de ping pong? Su chico no le sabe decir, no es creativo. El nuevo le espeta: Forrest Gump. Y ella se deshace con la ocurrencia. Por poner un ejemplo. Otro hace un guiño a Ghost, cuando la pareja comparte la creación de un cuenco de barro, como si fuera lo más romántico del mundo. Él se ha dejado llevar, pero en realidad no le interesa y se marchan.

Pero Esto va a doler no es una rom com al uso, pues integra un elemento perturbador y bastante cruel. La prueba final consiste en arrancarte una uña, la parte del cuerpo que la máquina analiza para saber si estáis hechos el uno para el otro. Esto resulta bastante desagradable, y cobra su importancia al final de la película. En la versión original no lo ocultan (se llama Fingernails), en España han optado por usar una frase que se escucha al final y que funciona como aquel "Nadie es perfecto" de Con faldas y a lo loco, de Billy Wilder.

Como espectador sabes que eso de las uñas es una tontería como un castillo y a pesar de su simbología a mí es lo que me saca de la película. De hecho, no lo pasan por alto cuando ella le pregunta al director del instituto (Luke Wilson, qué pena que no salga más) qué ocurre con aquellos que no tienen brazos. Él se encoge de hombros: "No lo sé". Ni tan siquiera habla de las uñas del pie. Si no hay uñas, ¿no existe la oportunidad de encontrar al amor de tu vida? Es absurdo, claro. De hecho, él mismo representa el fracaso de su invento, pues a pesar de tener un hijo al que adora decidió separarse de su mujer porque la máquina le indicó que no estaban hechos el uno para el otro. 

Más allá de las uñas, la película engancha porque habla del amor, sí, pero también de la vida que nos ha tocado vivir. Porque, ¿sirve realmente el algoritmo para hacernos feliz? ¿Nos tiene que decir una máquina qué debemos o no sentir? Me hubiera gustado que hubiera profundizado más a partir del encuentro de ellos dos, pero ahí se acaba la historia. ¿Qué ocurre después? Efectivamente, como espectador, debes valorarlo tú. Pero nos dan algunas pistas. ¿Y si la máquina se estropea? ¿Por qué querrías hacerte esta prueba si tú sabes lo que sientes y el otro también? No hace falta que un algoritmo nos diga si te aburres con tu compañero (lo que en realidad le ocurre a ella aunque se lo niegue) o si hay alguien que se adapte a ti aunque aún no lo hayas conocido. Eso ya lo sabemos, y lo comenta el personaje de ella: las relaciones hay que cuidarlas cada día, no dar nada por sentado. Si uno es feliz con lo que tiene no mirará a través de la ventana, pero si siente que le falta algo será muy probable que lo encuentre fuera, aunque no lo busque. 

Esto va a doler parece coexistir en otra serie de AppleTV,  la magnífica Separación. Parece el mismo universo si uno se pone a pensar. Aquí los que trabajan en el Instituto del amor creen a pies juntillas lo que imparten sin preguntarse realmente cómo funciona el mecanismo y si realmente importa. Cuando los protagonistas rompen con lo establecido se abre un nuevo mundo ante ellos que va en contra de sus propias creencias.

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