19.11.21

El primer gran asalto al tren (1978), con Sean Connery: "Mujeres votando, ¡qué disparate!"

El primer gran asalto al tren (The First Great Train Robbery, 1978) es una película inglesa dirigida por Michael Crichton (Parque Jurásico, Coma, La amenaza de Andrómeda, Urgencias), con Sean Connery y Donald Sutherland como dos tipos que roban un tren en marcha en 1855. Está basada en la propia novela de Crichton, El gran robo del tren (1975). El escritor se inspiró en hechos reales, el robo de 12.000 libras de oro destinadas por el Imperio Británico a financiar la Guerra de Crimea.


Impactante esta imagen pecho palomo de Sean Connery comiendo uvas cual Nerón momentos antes de que su bella mujer (Lesley-Anne Down) se meta con él en la cama. 


Hay una escena larga en la que el actor debe correr por encima del tren pasando por debajo de los puentes que interpretó él mismo. Esta secuencia es la única que se ha recuperado del corto Asalto y robo de un tren, que trata sobre el mismo tema y se estrenó en 1903 (se considera la primera película de acción estadounidense).

Edward (Sean Connery) ingresa en un club de caballeros para conseguir información sobre el tren, ya que se necesitan cuatro llaves para poder abrir las cajas fuertes con el oro dentro. En esta conversación, copa y puro en mano, hablan de lo mal que están las cosas actualmente. Y deriva la conversación en la diferencia de las clases sociales y el voto de la mujer.

Uno se pregunta qué se puede esperar cuando un hombre de cada siete puede votar. "Hasta los tenderos votan", dice. Y suelta otro: "Y las mujeres, si pudieran".



"Mujeres votando, ¡qué disparate!", remata un tercero. 

Y continúan las perlas machistas, que para mediados del XIX era de lo más normal.
  • "El sexo femenino no puede pensar con lógica, demasiado emocionales, absurdo".
  • "No es su lógica lo que me atrae de ellas".
  • "Hasta una buena mujer crea más problemas que placer".
  • "Vamos, para ciertas cosas son muy útiles".
  • "Dios sabe lo que puede pillar un soltero en Londres" (en fin).
Edward no participa de la charla. De hecho, una de sus grandes aliadas a la hora de robar el tren es su pareja. Ella se hace pasar por pillo callejero para espiar y por prostituta como cebo para atraer a uno de los caballeros que guarda una de las llaves. Luego hay otra secuencia en la que la mujer del que tiene la llave coquetea con Edward a lo bestia, hablando con doble sentido sobre las piezas que encajan en agujeros, la "erección" de edificios (tal cual) hasta ella insinúa que no se acuesta con su marido le necesita ya. Connery, sex symbol, macho embrutecido.

Esta comedia sobre un atraco imposible se sostiene por sus actores y las enrevesadas y elegantes artimañas para conseguir su propósito, siendo una película predecesora de robos elaborados del estilo de Oceans Eleven. 

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