Helena Christensen y el espíritu transgresor de Agent Provocateur (noviembre 2008).
Con unos padres como la extravagante diseñadora Vivienne Westwood y el impulsor del movimiento punk Malcolm McLaren (ex manager de los Sex Pistols) o vas camino de la perdición o aprovechas el ambiente decadente que te rodea y levantas Agent Provocateur, uno de los mayores emporios de lencería del mundo. Eso es lo que hizo Joe Corre, que junto a Serena Rees, su mujer, se propuso en 1994 huir del espectáculo de pasarela a lo Victoria's Secret y acercarse al look canalla de las Pussycat Dolls, las strip-poker-girls, las colegialas… Se trataba en definitiva de una combinación explosiva de elegancia, clasicismo francés y clichés eróticos. "Si la modelo no tiene control de su sexualidad", explica Corre, "las fotos solo tendrían un look cutre". De evitar esa imagen chabacana se encargan la top danesa Helena Christensen, cual Jack Sparrow con corsé y transparencias; la cabaretera Dita Von Teese azotando a George Bush y rodeada de un arsenal de juguetes eróticos; la estética sadomaso años 20 de la actriz Maggie Gyllenhaal o los exhibicionistas cortometrajes de Kate Moss. Todas siguen una máxima: hacer del striptease un arte. Como remata su fundador: "Si un cuerpo desnudo es natural, nosotros lo hacemos supernatural".
Erotismo pop - la controversia con Kylie Minogue
Uno de los hitos publicitarios de Agent Provocateur lo protagonizó la diva australiana Kylie Minogue. La marca desafió a los más puritanos con un erótico videoclip (censurado en television) en el que la cantante se despoja de su batita rosa para emular un orgasmo a horcajadas de un toro mecánico forrado de terciopelo rojo. Al final miraba a cámara y preguntaba: "¿Algún hombre en la sala puede ponerse en pie? Me parece que no".
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