6.6.21

Mare of Easttown, una magnífica miniserie con una gran Kate Winslet (y esto es lo único importante)

Ha terminado Mare of Easttown, serie de HBO que ha logrado convertirse en un fenómeno, y que se ha hecho aun más grande cuando hemos sabido que a Kate Winslet pretendían suavizarle los michelines. Han pasado 200 años desde Titanic, pero el iceberg sigue ahí dando por culo con el mismo tema. Con spoilers de la serie.


Hablemos de Mare of Easttown. Hay tanto y tan poco en realidad de qué hablar. Unanimidad: a todos nos ha gustado Kate Winslet, esté o no gorda y sea más o menos vieja. Todo el movidón con los dos adjetivos no viene en realidad de un artículo (de varios artículos pero se hace viral el que titula por ahí) sino de la propia situación en la que se encontró la actriz a la que querían retocar y/o prohibir enseñar el michelín en la escena de cama. Kate Winslet es más joven que yo y obviamente puede tener el cuerpo que le dé la gana (y máxime cuando interpreta a una mujer descuidada consigo misma, que no se peina, que muestra sus arrugas de fatiga, que se siente vencida). De qué lado estoy de la balanza es obvio. No hay que echarle más cuentas a un titular (titulares, que no es el único) que busca el click fácil. Ese es el nuevo periodismo, el mismo que se está cargando la profesión, el que mira por encima del hombro al papel, el que está provocando cierre de cabeceras y EREs salvajes como nunca habíamos visto antes. Si hubiesen dicho gruesa y madura pues otro gallo nos cantaría, pero hoy en día decir las cosas por su nombre pasa factura. Sinceramente que cada cual titule como le dé la gana. Si fuera un artículo escrito en papel, la venganza hubiera sido no comprarlo en el kiosco. Pero como es una opinión online es fácil responder a lo que se considera un ataque. La mayor parte de la gente ni habrá leído los artículos al respecto y se mueven por el impulso de la rapidez, de lo inmediato, de estar ahí cuando sucedió, de pertenecer a la masa, de apoyar lo que hoy se lleva. Solo escribo en Twitter que creo que Kate Winslet debe estar preocupadísima. Me ha costado hasta escribir este post porque tiempo no me sobra. Y hay gente a la que le sobra el tiempo para ir dando lecciones de lo que sea, aunque no haya profundizado. Da igual. La venganza contra ese titular no es lanzarle huevos al autor sino despreciarlo si no gusta. Porque lo verdaderamente importante es la protagonista de la serie, la serie, el final de la serie. Lo que opine quien sea puede no gustarme pero no me va a airar porque estaría todo el día encabronada. Twitter nos hace más infelices, de eso estoy segura. Pero para la salud mental de cualquiera mejor valorar las opiniones de quien realmente nos importe.

Insisto, lo mejor de Mare of Easttown es comprobar que HBO ha logrado con su miniserie hacer un evento los lunes (frente a los habituales maratones). Esperábamos cada lunes con interés cómo se desarrollaría la trama. Algunos vieron de inicio una réplica USA a Happy Valley. A mí no me lo pareció. Tenía identidad propia. La idea parecía poco original, un pueblo pequeño, donde todos se conocen, donde una chica desapareció y a otra la encuentran asesinada en un bosque. Winslet es la policía amargada (nunca sonríe), con un matrimonio roto, un hijo suicidado, una madre que le da caña, un ex marido que ha rehecho su vida y que vive enfrente, una hija lesbiana un tanto díscola, además le endosan un compañero novato, más joven, que se enamora de ella. Lo novedoso de la miniserie es el tratamiento desde la sensibilidad que se hace de la vulnerabilidad de esta mujer, con más muescas en su pistola que Harry el Sucio. Se niega a ser feliz, a mostrar sus sentimientos porque eso le puede hacer daño. Y Mare huye del dolor, de la felicidad, huye de sí misma y se refugia tras un escudo. La serie también habla de la amistad entre mujeres que se sienten ninguneadas por sus parejas, de la maternidad adolescente, con Winslet hecha abuela por una hija drogadicta y la niña asesinada con un hijo que no se sabe muy bien de quién es. La mirada es femenina, y los que maltratan y asesinan son hombres. En este pueblo de gente humilde, campa a sus anchas la droga, la miseria, la mentira, la hipocresía, los rumores, la maledicencia. Y la Winslet no es ninguna heroína porque tampoco hace cosas extraordinarias. La Mare del título eso sí es una policía que hace muy bien su trabajo aunque algunos crean que no, que se ha obsesionado con el caso, que no se da por vencida, que se juega la vida porque tiene mucho de inconsciente. Mare, como casi todos los que desfilan ante nuestros ojos, son desgraciados, no les ha tocado las mejores cartas de la partida y esperan sobrevivir con lo que les ha tocado. Todos tienen sus mochilas pesadas, y todos mienten. Hasta los curas, hasta esa madre que recrimina conductas y tiene un secretillo que le hará callar la boca, hasta esa amiga que parece ser tu mejor amiga y te miente porque no le queda otra. Las mujeres en esta serie no son santas tampoco, menos mal. Pueden ser malas madres, claro, pero intentan mejorar (como la hija drogata de Mare). También depende de las compañías, con quien se junta uno, qué espera uno de la vida, de mirar al futuro. A Mare, el futuro le podría venir dado por su nuevo novio, por unas ganas irremediables de hacer el bien, a ella que parece que todo le ha ido mal. Ese nuevo novio al final podría ser un símil de que puede prosperar. No solo por cerrar heridas, con la psicóloga, abriendo la puerta al desván, y de abrazarse a su amiga mentirosa. Cómo no comprenderla, ella que sabe lo que es perder un hijo. Descubrir al secuestrador de niñas y al asesino redime en cierta forma a Mare. Volcarse en el caso y resolverlo es una forma de sanación, de dejar de culparse. En realidad, aunque fuera parte del gancho de la serie, lo de menos es el quién lo hizo, sino quién es Mare y cómo se ve afectada por su trabajo en lo personal. La imagino haciendo las maletas para empezar una nueva vida con el escritor (Guy Pearce), alejándose de su ex marido que se ha vuelto a casar, de su madre que por fin deja de darle caña, de su hija que empezará la universidad en otra parte. Solo le podría atar al pueblo esa amiga que se ha quedado vacía, que puede recordarle a ella. Pero mirarla a ella es verse a sí misma. Qué culpa tiene uno de lo que hagan sus hijos. Hasta qué punto qué culpa tienen esas madres de la toma de decisiones de sus hijos. Eso les unirá de por vida, aunque a Mare le convendría también pasar página e intentar ser feliz, que se lo ha merecido.

No hay comentarios: