2.10.20

Ted Lasso, Schitt's Creek y el regreso de Los Simpson T32, viva el buenrollismo

Algo tienen en común Ted Lasso, con Jason Sudeikis; Schitt's Creek, flamante ganadora de los Emmy, y el regreso de Los Simpson con su temporada 32: el buenrollismo.

Buenrollismo, no es peyorativo. Acostumbrada a ver cosas como la retorcida American Horror Story o Ratched, las venganzas sangrientas de Fargo o Territorio Lovecraft y dramas varios que encogen el alma como I may Destroy you o The Sinner (por decir solo unas pocas) llega una serie buenrollista, que tranquiliza, que te desconecta de verdad de la realidad y te absorbe sin que puedas mirar el móvil (algo parecido me pasó cuando me hice el maratón de La extraordinaria lista de Zoey). Eso me ha pasado con Ted Lasso, que acaba de terminar su primera temporada en Apple Tv y yo me hubiera visto 100 episodios más sin dudarlo. Parece fácil lo que hace Jason Sudakis. Para nada. Cada episodio semanal lo he degustado como auténtica delicatessen. Y técnicamente no innova, ni hay actores de renombre, ni las tramas rompen con lo ya conocido. Y en eso está su grandiosidad, que logra con muy poco, con un protagonista del montón, hacer algo bonito, que te reconcilia con el ser humano, que te hace emocionarte sin necesidad de caer en el melodrama y en el lado oscuro de la existencia. 

Sudakis es un entrenador malo que llega para salvar a un equipo de fútbol inglés también muy malo. Él es de EE UU y choca frontalmente con las costumbres british. Pero es flexible, se amolda a las circunstancias. Lo único que odia el pobre es el té. Él, el extraño, se intenta abrir un hueco entre los desconocidos que no le abren la puerta, ni le tratan bien. Ted Lasso no es un superhéroe, a pesar de sus buenas intenciones el equipo sigue perdiendo y es el hazmerreír de la prensa y los seguidores. Pero no se resigna a perder y es ambicioso aunque no por ello pierde los modales o la sonrisa. Ted Lasso jamás tiene una palabra fea, es amable, un tío encantador, que no esconde dobleces. Es como lo ves. Y es de esos tipos que mucha gente diría que es tonto de lo bueno que es. Error. No es un tonto al estilo Mr Bean, aunque al principio pueda parecer eso, pues la dueña del club lo que realmente quiere es dinamitar del todo al equipo de su (odiado) ex marido, un tipo realmente lamentable, un vejestorio que liga con una joven y decide hacerle la vida imposible a su ex mujer porque sí. Contrata a Ted porque sabe que no es un buen entrenador. Ted Lasso, claro, a diferencia del espectador, no sabe que se la están jugando, que la buena señora le ha contratado para hundir del todo al equipo.

Nuestro protagonista con sonrisa profidén va consiguiendo capítulo a capítulo ganarse a aquellos que le miran mal, que tienen prejuicios, que no le comprenden. El periodista elegante que intenta escribir un perfil que le pueda joder la vida se asombra tras pasar un día con él. Ted, llega a la conclusión, hace lo que puede, no sabe si es tonto o un tío valiente que va de frente pese a quien le pese. Ted va contagiando su entusiasmo, a pesar de que en lo personal sufra un divorcio. Hay un episodio con una escena brutal en la que Ted se queda paralizado por el miedo, por un ataque de pánico que no se lo produce su profesión sino la separación de su mujer. Pero él no pide abrazos ni se desmorona a conciencia ni se enfurece con los demás. Ted, como se ve desde la intro (se sienta en la grada de un campo y va contagiando el color al resto de sillas), se hace querer sin perder nunca la fe en el ser humano. Y si existe el karma él es la personificación de ello porque todos terminan por quererle de verdad, por apreciar sus consejos y sus bromas. Ted no solo es un buen compañero que escucha y asciende a quien se lo merece (como el chico para todos -Nick Mohammed- que sufre bullying y es un cerebrito en verdad) y regaña con firmeza pero sin perder los papeles a los que también se lo buscan (como el mejor jugador -Phil Dunster- que egoísta nunca piensa en el equipo).

De Ted Lasso me quedo con la refrescante sensación que te deja en el cuerpo cada uno de sus episodios. Sudakis lleva la mayor parte de la trama, pero todos los secundarios esconden características de sus personalidades que enganchan, como el capitán del equipo algo huraño porque se siente ya mayor pero con sensibilidad (Brett Goldstein), o la novia del futbolista echada para adelante (Juno Temple) que ayuda a la jefa rompiéndole los esquemas o ese colega de fechorías de la dueña del equipo, el veterano Jeremy Swift, cuya mímica en la cara es absolutamente magistral. Y a todo esto, puedes decir, es que a mí el fútbol no me interesa. Es un macguffin, al menos hasta el último episodio. El fútbol está ahí como excusa, aunque los escenarios son otros: el bar, el vestuario, el despacho, el karaoke, el restaurante, etc. Ted Lasso me ha hecho reír y llorar, y estoy deseando que estrenen ya la segunda temporada.

Creo para terminar que Ted Lasso ha calado tan hondo por los tiempos que estamos viviendo. Quitas el telediario y solo quieres que alguien te diga que todo puede salir bien, que a pesar de tener el peor equipo del mundo no puedes tirar la toalla, que la mala sangre, las mentiras, el egoísmo no llevan a nada. Ted hace equipo dentro y fuera del campo, y eso es algo que también se ha visto en los balcones. Es un tipo que hace juegos de palabras, que controla un montón de música, que es divertido, como cuando homenajea a Alfonso Ribeiro y su baile de Tom Jones en El príncipe de Bel Air. Ted Lasso no tiene sentido del ridículo y parece ser el abanderado de un lema: ser buena persona no te hace ser más débil. 

judia


Más buenrollismo, Schitt's Creek

Junto a Ted Lasso hemos visto cómo una serie que llevaba seis temporadas sin que la hiciéramos mucho caso se ha alzado como mejor comedia en los Emmy consiguiendo algo que ninguna había logrado: los principales premios. Y es lo mismo. Pero al revés. En esta ocasión son los integrantes de una familia odiosa, pero que lo ha perdido todo, los que deben encontrar su sitio en un pueblo lleno de gente de lo más normal. En Schitt's Creek, los Ted Lasso son los lugareños, gente simpática, que no hace las cosas de forma ambigua, que vive tranquila con sus tradiciones y costumbres. Y llegan los Rose, un matrimonio y sus hijos, para intentar demostrarles que ellos son mejores. Pero, obviamente, episodio a episodio, estos snobs irán aprendiendo que los que están un poco equivocados son ellos, al igual que los locales irán abriendo un poco sus miras pues todos los Ted Lasso del mundo no quieren confrontaciones inútiles sino llegar al entendimiento y aprender que el otro puede aportar algo bueno. Schitt's Creek es un pueblo, una comunidad, acostumbrada a ayudarse, no a herirse. Y eso es lo que quiere Ted Lasso cuando llega al equipo inglés: aportar y recibir el mejor feedback posible. En Schitt's Creek el fútbol apareció en uno de sus carteles, con la familia rodeada de seguidores de un deporte (la idea es hacer equipo siempre). De Schitt's Creek he hablado por aquí.

No hay dos sin tres: Los Simpson T32

Para rematar este ambiente de buenrollismo y cuando la cosa creía que no podía ir a más, regresan Los Simpson con su temporada 32 que se dice pronto. El primer episodio del domingo pasado, Undercover Burns logra un imposible, que el señor Burns se haga buena persona y confraternice con sus empleados, incluido Homer. El episodio se centra en la central nuclear, con el señor Burns disfrazado para conocer los secretos de sus empleados. Sin embargo, descubre que le tratan como a un igual, como a un amigo al que invitan a cerveza y el señor Burns por primera vez en su vida deja de odiar (o al menos solo odia a Smithers que se pone celosillo). 

Curiosamente ya que hablamos de Ted Lasso, en este episodio de Los Simpson todos acaban en el bar de Moe celebrando el fútbol. Es por un descuido del señor Burns disfrazado de Fred, el nombre del jefe infiltrado, cuando le puede el mal que ha arraigado en su ser durante tantos años y brinda diciendo: "Por la amistad y el respeto. Y también por el mal… digo el fútbol".



Y no sé a cuento de qué en un karaoke Fred-señor Burns (el jefe de Homer va escondido dentro de un cuerpo robótico) canta "El español que arruinó mi vida".

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