Curiosidades de Roman J. Israel, Esq. relacionadas con Denzel Washington, su protagonista.
Dan Gilroy (Nightcrawler) dirige Roman J. Israel, Esq. en la que Denzel Washington interpreta a lo que parece ser un compendio de algunos de su anteriores personajes. No es el que el director lo pretendiese (no sé) si no que a medida que iba viendo la película no podía evitar buscar similitudes.
Antes de entrar en ello, decir que Colin Farrell es el típico abogado al que podrías odiar a primera vista y la maravillosa Carmen Ejogo (enorme en la segunda temporada de The Girlfriend Experience) se queda sin mucho que decir como activista pacífica.
Denzel Washington es un abogado a la sombra (firma con Esq., que pensaba que significaba Esquina, y es Esquire, lo peor de la peli es su título, sin duda), que intenta hacer lo correcto en un mundo que le anima a todo lo contrario. Cuando su socio en un modesto bufete enferma, él pretende salir de la oficina y dar la cara en el juzgado. Es muy válido e inteligente, pero sólo con su buena fe no irá a ningún lado y su ánimo por cambiar el sistema legal se verá enturbiado por los sucesos injustos que le irán ocurriendo.
La película no tiene comparación con la oscura y retorcida Nightcrawler, pero en cuanto a Denzel Washington su actuación es espléndida, recordando en ocasiones a otros de los grandes personajes de su carrera (ya que Roman cambia y se transforma en el filme). Hasta se dejó un hueco en los dientes que el actor oculta con piños falsos.
Su carismático discurso recuerda al de Malcolm X; su forma de evadirse del mundo, escuchando música con cascos, al El libro de Eli; el pelo afro del que tan orgulloso está al de He Got Game, y su forma de caminar con esos trajes setenteros a American Gangster.
Si os gusta Denzel Washington os encantará, y la trama no deja de ser un alegato contra la injusticia que es en la mayoría de las ocasiones la propia justicia.
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