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| Un globo, dos globos, tres globos y... Robin |
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El final del episodio o bien te hará llorar (y elevarás el significado de su título, Sunrise, o amanecer) o bien te hará removerte en el asiento (Robin es un globo por mucha metáfora que haya detrás). A mí me ha parecido más lo segundo. Ted es un cansino. Me emociona más Lily llorando y demostrando su amor incondicional a Marshall que el empalagoso Ted recreándose en una historia que dura ya la friolera de ocho años. Y la canción de las Bangles, Eternal Flame, es un temazo, que me revoluciona por dentro pero por la letra no por el episodio. Los guionistas quieren demostrarnos como sea que después de Robin si Ted se enamora de otra (la madre) es que ESO es la reostia en el tema del amor. Pues ya cansa. Ya lo sabemos. Gracias a los flashforwards. No hace falta insistir. Visualmente, podrían haberse inventado algo menos cutre que ver a Robin volando. Ted ya está preparado para enamorarse de la madre, POR FIN.
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| Cómo conocimos a Barney, otro posible spin-off |
El episodio no sólo cierra la sempiterna relación Ted y Robin. Cuando los vemos juntos en la playa en la salida del sol por un momento pienso que se van a volver a enrollar y me tiro de los pelos. Barney se ha ido de farra (éste sí que lleva un buen globo), ha dejado sola a Robin, que podría dudar de él. Pero Robin no es Ted, sabe que Barney no es Stella, no le va a plantar en el altar. Los guionistas se inventan una historieta cutre (esos cromas) en la que Barney, sin soltar su vaso de whisky y borracho, se encuentra a dos losers a los que alecciona para que sepan cómo ligar. Estos chicos son lo opuesto a Ted, los logra vestir con traje (con cameo incluido de Tim Gunn, el estilista de Project Runway, que ya ha salido otras veces) y persuadir para que aprovechen las noches de ligoteo y los clubs de streeptease. Ted no fue nunca así y por eso Barney y Ted son la noche y el día. Al final de la noche, Barney deja a sus aprendices, a su relevo, dándoles las mejores indicaciones para ser Barney, el ligón con clase, The Playbook. Barney pasa página, ya no será nunca más un single incosciente, y regresa al hotel donde se casará con Robin.Ted está enamorado de Robin, pero ella nunca le ha querido como quiere a Barney. No sé si Robin cambiará de idea al ver a Ted enamorado, pero diría muy poco de este frío personaje.
La trama más floja (como está ocurriendo en esta temporada) es la de Marshall y Lily. Ella se ha cabreado y él se queda con los fantasmas de ella, la Lily del pasado y la del futuro. Si Ted se imagina un globo, Marshall cree en sus alucinaciones (también aparece su padre muerto y hasta Robin). La conclusión es rápida: esta vez ella es la que cede y seguirán en Nueva York, pero en un matrimonio nunca se gana la guerra y las batallas no hacen otra cosa que minar más la relación, por mucho que ambos se quieran. Marshall parece gilipollas, un niño pequeño con eso de que él gana y ella pierde.
En fin, cuando Ted era pequeño, se le escapó un globo y lo vio alejarse, presa del pánico por creer que no podría hacer nada por recuperarlo. Robin ya ha desaparecido o eso quiere creer porque le confiesa a Jeanette, la loca, que sigue queriendo a Robin (otras ex de Ted reaparecen: Stella, Victoria). Que ella tire su regalo para la novia, un relicario, al lago de Central Park es también una alegoría de que ya se acabó todo. Ted está liberado para ligar y Barney está liberado para no ligar más. La noche y el día. Para todos, en mayor o menor medida, comienza una nueva etapa, un amanecer, un nuevo día.
Sólo faltan siete episodios para el final de Cómo conocí a vuestra madre.
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