No has leido mal. China es tan grande que te puedes encontrar, por ejemplo, en Beijing con un barrio (calles y calles) dedicado en exclusiva a la celebración de una boda, con tiendas y más tiendas de alquiler de trajes, de vestidos de novias, de regalos e incluso centros comerciales, como el de arriba, dedicado por completo al matrimonio.
Así eran los maniquíes, horrendos, en este barrio. Peor la ropa. Que fueran occidentales es de lo más normal. No ví ninguno oriental (en Zara las pelucas eran de color blanco).
¿El sueño de cualquier niña? Convertirse en una princesita Barbie...
El problema es que los vestidos son éstos... ¿Cuadros escoceses, abullonados, corbata? OMG!
Como anduvimos casi toda la mañana comimos en un restaurante pequeño en el que tenían como a un héroe al único dependiente que hablaba algo de inglés. Su especialidad eran los noodles (arriba). Los chinos comen muy rápido. Piden y comen y no se andan de charla. Nosotros tardamos más. No sólo queríamos descansar si no que pedimos arroz y por lo que fuera nos tardó más. Y había algunas cosas en carta que luego no tenían y nos lo dijeron como media hora después de pedirlas.
Hasta que comimos pasó un buen rato, en el que pudimos ver a diferentes chinos comiendo en la mesa de al lado. Todos, sin excepción, nos miraban con curiosidad. Éramos los únicos occidentales. La mujer de arriba, ataviada con un vestido regional, nos sirvió la bebida. No encontré Coca Cola Light. Lo "sin azúcar" no existe. En una de las paredes de este local, en el que colgaban dibujos costumbristas, pudimos ver el dibujo de un viejo con un saco en el que metía ratas mientras sonreía todo contento. Los chinos comen rata, pero es mejor no pensar en ello.
1 comentario:
pues los noodles tienen buena pinta!
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