3.7.08

Londres día 1: el hotel Kempinski, cenas por la cara y la peli de James Bond

Hacía muchos años que no volvía a Londres. Viajé desde Madrid el miércoles 25 con British Airways y volví con Iberia el 28.

En el aeropuerto: ¡viva Iberia!
Con British lo hice a través del localizador, no facturé y me dieron de comer. Con Iberia..., bueno, de traca. Tuve que hacer cola, me obligaron a facturar la maleta porque, me dijeron, llevaba muchos bultos (maleta, el portátil, mi bolso y una bolsa con regalos). Dentro no podía llevar líquidos, así que cuando fui a embarcar y me vieron los seis frascos de gel Molton Brown que llevaba me prohibieron acceder con ellas. O las dejaba allí o las facturaba. Molton Brown es cara, te cuesta la botella de medio litro unas 15 libras. Pero facturarlas ¿cómo? Resulta que Iberia y el aeropuerto de Heathrow no deben de tener los mismos parámetros de seguridad. La propia azafata española que me ayudó a solucionar el tema se preguntaba: ¿es que creen que vas a atacarles con gel de baño? Una cachonda.

Porque sin maleta (ella me había obligado a facturarla) no me quedó más remedio que meter los puñeteros frascos en mi bolso, facturarlo sin candado ni nada (ahora sí podía meter líquidos, me-no-entender) y rezar porque no se rompieran. Llegaron enteros y el bolso, también. Y, por cierto, Iberia no dio de comer. Y lo peor, no se les cae la cara de verguenza de cobrarte por un bocata de plástico que parece de merienda de posguerra. Yo no pagué un duro, lo hizo Sony que me llevó hasta Londres para entrevistar, entre otros, a Daniel Craig por la próxima de James Bond, Quantum of Solace. Mi billete costaba ¡1.200 euros! No sé por qué. Y era en turista, que conste.

En tren al centro, el Heathrow Express.
Tras dos horas de vuelo, me fui con Virginia de Vanity Fair (la edición española saldrá el 28 de agosto, aunque ni los maquetas saben lo que irá en portada para que no lo larguen), a la que me encontré en el avión, en tren hasta Paddington. Es la mejor opción. Te cuesta 15 libras y tardas 15 minutos. En Paddington coges un taxi y por 9 libras estás en Piccadilly. Total: 24 libras. Si pillas un taxi desde el aeropuerto te clavarán 50 libras y tardarás casi una hora en llegar.

El hotel Courthouse Kempinski en Carnaby.El Kempinski (Marlborough St) es un hotelazo de lujo (300 libras la más barata) que está en pleno cogollo de Londres, en el Soho, a la entrada de Carnaby. En el check in nos encontramos a Paloma, colaboradora de Glamour. Se unió a nosotras. Estaba desesperada porque le habían dado una suite pero a compartir con otro periodista pero sin saber quién era. Resulta que la susodicha era Virginia, así que no problem. A mí me dieron una habitación con cama 2x2, con chaise lounge y tele de plasma con acceso a internet. A Josu Lapresa de Rolling Stone también le dieron una de éstas. Él llegó detrás nuestro.

Las piezas del baño, explica el hotel, están traidas desde Italia. A mí la habitación me pareció sobrecargada, como todo en el hotel. Este punto entre tradicional y modernuqui, que si se hace mal, como es el caso, resulta hortera. Había unas sillas en el hall hechas de concha de mar con patas de caracola. Me recordó a los hoteles de Las Vegas.

La sorpresa enorme fue cuando nos dijeron que contábamos con 80 libras al día para uso dentro del hotel. Lo flipamos. Uno de los baretos tenía unas celdas insonorizadas a lo Prison Break en donde además de copas podías comer nachos, aros de cebolla, sandwiches, etc. No faltaba el catre y el water, todo de paripé. Lo mejor, los mojitos.


La primera noche (después de ver 15 minutos exclusivos de Quantum of Solace, con presentación tímida in situ del director, Marc Forster, y ataque de patinadores exaltados) cenamos en el restaurante Silk (está en la Guia Michelín), una especie de chino tailandés (la comida asiática está de moda en Londres, como en medio planeta). Aunque decían que no picaba sí era spice de pelotas, así que bebimos vino generosamente. El sitio estaba decorado en rojo, tipo vodevil, muy teatral y oscuro.
El postre de chocolate blanco tenía pizcas de petazetas, madremida!
Unas chuletas de cordero, noodles, arroz, etc., y postre nos salió a los cuatro (Virginia, Paloma y su amigo italiano) por unas 120 libras, cortesía del hotel, claro. Nos dejó impactados dos tíos vestidos de mujer que cenaban a nuestro lado, con peluca pero sin maquillar. Toda una tendencia en algunos círculos, pero a mí me sigue pareciendo curiosa.
Como estaba incluido, el desayuno en la habitación. Como debe ser. Cada bandejita te salía por unas 22 libras, una pasada, pero así pude comer fruta (y zumo) que en Londres está cara.



Otros hoteles en los que he estado en Londres:
+ Cavendish
+ Martin's Lane.
+ Quality Maitrise.
+ Thistle Picadilly.
+ Pancras Renaissance.

5 comentarios:

ally fabulous dijo...

A pesar de las desconcertantes medidas de seguridad de los aeropuertos, qué envidia me das. Londres me encanta, estoy deseando volver.
Otras cosas que me encantan: Dexter, ya estoy con la segunda emporada y me parece genial, tan psicopata y gracioso al mismo tiempo.
Ah, y ayer por fin vi Sexo en Nueva York, y me reí muchísimo, sobre todo con Samantha, ella se merece serie y película en exclusiva, no como el rollo pasteloso Carrie-Big.

Después de lo que le hizo (otra vez), cuando lo ve en el vestidor, si soy yo le hago comerse los Manolos...Pero bueno, ya sabemos lo que hay.

Besitos!

Mariló García dijo...

sí, las resoluciones de la peli no tienen mucho sentido, como con Miranda. Pero en la serie ese final con Big en Paris tampoco venía muy a cuento... Y porque es cine que si no a Sam le dan más papelón. A ver qué traen los extras del dvd que podrían ser un pelotazo...

Bloc de Moda dijo...

=)
que emocion me da leer todo esto!
Encima la habitacion donde te alojaste es IGUALLLLL!! a la qu eme recibio en Boston.
Cayó un lagrimon.
como quiero tomarme un avion ya!

beso!
Lore

Mariló García dijo...

en Boston hay un Kempinski?

Anónimo dijo...

ese desayuno tiene una pinta exquisita, la verdad