Desde que un amigo mío vino de Estados Unidos bailando break allá por el año 85, que fue cuando descubrí el rap, es la música que más me ha gustado (escucho de todo, pero de rap lo que quieras). En la actualidad, el rap está un poco adulterado. Rap no es sólo Eminem o Kanye West, y es difícil asimilar que Black Eyed Peas triunfasen gracias a contar con una mujer (Fergie) entre sus filas, cuando llevaban tela de años. O que descubriéramos a OutKast, buenísimos de siempre, porque entraron en las pistas de baile. Pero todo es un negocio.
Y lo que más me llama la atención es la de raperos que están haciendo películas, y cada vez mejores. Ya no son pandilleros o raperos haciendo de sí mismos o vendedores de crack o polis que intentan ayudar a la Comunidad. El último ejemplo es Mos Def. He esperado a verle el pasado viernes en el festival Klubbers en Madrid para comentar también su última película. Es el protagonista, junto a Jack Black, de Rebobine, por favor, de Michel Gondry.
Llegué al Klubbers muy cansada. Llevo una semanita algo tocada. Las actuaciones se fueron atrasando y al final hacia las tres estaba ya Mos Def. No se oía muy bien, había mucha gente, muy joven y muy borracha, y fue una actuación difícil porque Mos Def está solo en el escenario. Pero es una oportunidad única. Si viene un rapero a Madrid (que siempre acaban en Barcelona) hay que ir. E hizo mucho que nos juntáramos un buen puñado de gente. Antes vimos a Mucho Muchacho (que sonó muy bien, no como cuando le vimos en el Festimad), Gentleman (reggae) y De La Soul (la primera vez que vinieron a Madrid al cuarto de hora se fueron y nos dejaron con cara de gilipollas, no había vuelto a verlos desde entonces). El año pasado vino Busta Rhymes al Klubbers y también fuimos y aquí lo subí.
En cuanto a la película, que se estrena el 11 de abril, Michel Gondry ha tenido de siempre cierta conexión con el rap. Por ejemplo, con Block Party, un documental muy recomendado desde aquí, sobre un concierto gratuito en Nueva York que montó Dave Chapelle, uno de los mejores cómicos yankis, que contó con un monton de raperos (entre ellos la vuelta inesperada de los Fugees, de ponerse los pelos como escarpias).
Pero la peli no va de rap sino de cine, desde el punto de vista de alguien que añora el cine VHS, el de los 80, la posibilidad de que cualquiera se pueda hacer un vídeo o un corto y no tenga a nadie acusándole con el dedo de la piratería. Las cintas de un videoclub se borran y los protas deciden grabar sus propias pelis que resultan tener más éxito que las originales. Hasta ahí la peli es tierna y engancha. Lo malo es que Jack Black sobreactúa (aunque es memorable su versión de la sintonía de Los cazafantasmas), que todo se engancha sin precisión, que tiene un aire cutre, excesivamente cinéfilo. Es una frikada con una pizca de ciencia ficción, de comedia, de drama y de buenas intenciones sobre todo. Mos Def está muy bien como dependiente que tiene que lidiar con la locura de Jack Black. Interesante pero un poco aburrida cuando se acaba toda la gracia de las grabaciones caseras.
Aquí la peli oficial en YouTube.
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