Hace años solía regalar el día de fin de año, ni pa tí ni pa mí. Pero este año cada uno en la familia ha hecho lo que ha querido. Mi hermano regaló el 24, yo, el 25, y mis padres el día de Reyes. Hicimos una comida típica pavita (que es más tierna que el pavo), con puré de patatas (antes unas gambas al ajillo). Y luego por la tarde, chocolate hecho por Ramón y roscón (seco y de nata). Para rematar la tarde-noche (acabamos hacía la 1), un binguito con un dvd nuevo, en el que los números los cantan gente como Pocholo, Boris Izaguirre o Zapatero.
Esa pava trinchada.
Pava con puré de patatas. Rico, rico.
Los roscones, seco y de anta, cayeron. ¿Por qué las sorpresas que van en el interior son cada vez más cutres? Y eso que estos son gigantes y tendrían que tener buenos regalitos. En el de nata tocó un perro amorfo al que le faltaba un ojo.
El roscón con chocolate. Al ataque! sólo se come una vez al año.
Y luego, un bingo.
Mis padres celebraron un par de días ates 37 años de casados. Pensarlo da vértigo, ¿eh? Aquí llevan los jerseys que les ragalé de Viktor & Rolf para H&M.
Y aquí los relojes blancos de moda. La copia de Chanel en nuestras muñecas.
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