23.8.21

A la caza del amor, deliciosa miniserie de época con un eficaz mensaje : quiere y déjate querer pero, sobre todo, quiérete mucho

Opinión de A la caza del amor (The Pursuit of Love). Completa en Movistar+.


Cuando leemos: "Tal serie es una serie deliciosa" sin referirnos al punto culinario, solemos hablar de ficciones como A la caza del amor. Es deliciosa, entrañable y placentera. Como un cuentito, relata las inquietudes de dos primas y su evolución a lo largo de los años. Basada en la novela de Nancy Mitford (1945), aquí ellas hablan, sobre todo, de ellos. La búsqueda del príncipe azul, del amor ideal, de un hombre con el que casarse y huir de la casa familiar (donde las dos han crecido). Como una Sexo en Nueva York años 40 con Carrie alocada sin saber si elegir entre Mr Big o cualquier otro, contada desde el punto de vista de la más sensata Charlotte. Aquí, la que recuerda es Fanny Logan, la prima (Emily Beecham, que a mí me gusta mucho, vista en Cruela), que se casó a la primera de cambio, tuvo sus hijos y vivió la vida que tenía que vivir, la de su época, a veces añorando la magia de lo desconocido, pero casi siempre aferrándose a la tranquilidad que da un hombre con los pies en la tierra. La otra, interpretada por Lily James (que está excepcional en su ingenuidad), es Linda Radlett, la rebelde, la inconformista, la que lo mismo cree en la política porque se ha enamorado de un revolucionario como se echa en brazos de un mujeriego que le inunda de regalos caros (aquí la narración me recordó a Dime quién soy la verdad). 

La gracia de la miniserie es la dirección de la actriz Emily Mortimer. El primer episodio, el que describe a la estrafalaria familia con la que conviven las dos primas, es muy Wes Anderson. El vecino, un artista snob y juerguista, Andrew Scott, o Dominic West, el autoritario padre-tío chapado a la antigua y algo zumbado, son personajes llevados al límite, caricaturas de sí mismos. Esto hace que el espectador sepa que no hay dramas, al menos visualmente, y que lo que viene a continuación es toda una aventura de emociones, pero siempre desde la esperanza y el buen rollo. El segundo episodio muestra otro panorama, el de la guerra, cuando Linda viaja ¡a Barcelona! para ayudar a los insurgentes. Ella lo hace como si fuera un hobby, algo con lo que pasar el tiempo. Comienza la guerra y también es un periodo nuevo para ambas, que han empezado ya a volar solas con sus respectivas parejas, algo que las separa, aunque Fanny siempre se preocupará por Linda. El tercer episodio lleva al límite la perspectiva de vida de cada una, algo con lo que cualquiera se puede identificar. Mientras Fanny duda sobre su propias elecciones, Linda vive la vida a tope en brazos de un seductor. Una es precavida, algo resignada; la otra, prefiere meter la pata y pecar de inconsciente. La moraleja de la miniserie, desde esa mirada idealizada (muy Sofia Coppola), es que las dos en realidad, pudieron elegir; fueron mujeres avanzadas a su tiempo. Una, con un marido que la quiso; la otra, por vivir la vida con libertad, sin pensar en el qué dirán. Quiere, déjate querer y sobre todo quiérete mucho; vive la vida a tope, a tu manera, pero siendo consciente de que es tu vida y la única persona que la va a vivir eres tú. Son unas privilegiadas, claro está, y de ahí que todo se envuelva en un papel multicolor.

Hay algunos momentos fantásticos, sobre todo los relacionados con el estilismo y la moda. En el tercer episodio, hay una secuencia a lo Pretty Woman donde el amante rico de Linda se sienta y ella va desfilando con diferentes modelitos, hasta quedarse desnuda en sus brazos. La seguridad de esta tía nada tiene que ver con el personaje de Julia Roberts, claro, pero sí comparten el hecho de depender de un hombre para sentirse un poquito más poderosas. Como dicen en la miniserie, si es tu elección, ole tu coño. No lo dicen así, pero casi. Como curiosidad decir que en 2001 la cadena BBC ya produjo una miniserie de tres episodios protagonizada por Rosamund Pike, como Fanny, y Elisabeth Dermot Walsh, como Linda, Love in a Cold Climate, pero pasó sin pena ni gloria. Una sorpresa la dirección de Emily Mortimer, la ambientación (en un castillo estilo Downton Abbey) y el reparto al completo.

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