17.5.20

En un lugar solitario (1950), las mejores frases de un guionista interpretado por Humphrey Bogart

"Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó, y viví el tiempo que me amó" es una de las frases míticas de la no menos icónica En un lugar solitario (In a Lonely Place, 1950), de Nicholas Ray con un Humphrey Bogart soberbio (y yo no soy muy de Bogart). 

Bogart todo chulo en comisaría con Laurel. Atención al detalle del calcetín.

Bogart es el guionista Dixon Steele, un tipo que se levanta tarde, no coge nunca el teléfono, bebe ginebra con soda con sus amigos y tiene fama de violento. La chica del guardarropa del restaurante que frecuenta (Martha Stewart) ha leído el libro que le proponen a él adaptar, así que queda con ella para que le resuma de qué va. El tipo es un vago y desgastado de cojones. Al día siguiente, Steele es investigado por la policía pues Mildred aparece asesinada. La única coartada de Steele es su vecina Laurel (Gloria Grahame), una mujer elegante y atractiva a la que realmente no conoce, pero que le salva el pescuezo. Con la tontería se enamoran, pero ella comienza a sospechar de él.

Así rompe la cuarta pared Mildred:


Aquí recojo algunas de sus frases más memorables sobre el oficio de escribir, ser guionista, el mundo del cine y sobre las mujeres de los años 50 que refleja este film noir. 
Laurel siempre tan chic, con un jersey con cuello y botones en la manga, y falda con bolsillos.

"No suelo ver las películas que escribo", le dice Steele a una actriz que le reconoce mientras conduce por haber escrito una de las películas que ha interpretado. Steele le echa en cara que se haya casado con el tipo con el que va, que es un señor del montón pero que tiene pasta.

Unos chavales en la puerta del bar Paul’s le piden un autógrafo a Steele sin saber quién es. Dice una niña: "No te molestes, no es nadie". A lo que él replica: "Tiene razón". Mientras los actores y directores sí podían ser reconocidos, los guionistas pasaban más desapercibidos. Y sigue ocurriendo.

Mildred, la chica del guardarropa lee una novela que el representante de Steele quiere que él adapte. "Si te gusta mañana mismo te contrato", le dice el repre a Steele. A lo que él responde sin haberla leído: "Entonces me gusta". La pela es la pela, y dice mucho del personaje que ha perdido las ganas de escribir algo en condiciones.

En la barra se encuentra con Charlie, un actor de capa caída que ahoga sus penas con coñac. Sus amigos le dicen que se vayan al fondo, con tal de no estar cerca. Steele dice: "¿Qué pasa? No es contagioso". Y todos se sientan junto a Charlie. Stelle pide ginebra con soda. Steele está al lado de los perdedores.


"¿Cómo va todo?", le pregunta Steele al maitre. "Como todo en el cine, nunca se sabe". La hostelería y la industria cinematográfica de la mano. Steel pide huevos con jamón.

"No trabajaré en algo que no me gusta", dice Steele (algo que se contradice con lo que le ha dicho momentos antes a su repre). "No es más que otra película", le dice un director. Steele le replica a este que lleva 20 años haciendo la misma película, que es un engañabobos.

Steele se enfrenta a un joven director que presume de nueva película, en plan pedante, y que se mete con Charlie por haber arruinado su carrera y no saberse sus diálogos. De estos directores de pacotilla sigue nutriéndose el cine.

"¿Desprecias a todas las mujeres o solo a las que conoces?", le dice una actriz a Steele. "He sido muy simpático contigo", le contesta él. A lo que ella le replica que no, pero que le llamará. Una actriz traga con el maleducado Steele no vaya a tener que hacer una película suya.

"No hay sacrificio demasiado grande para alcanzar la inmortalidad", le dice Steele al camarero que lleva los huevos fritos. El camarero ladea la cabeza flipando por la tontería.

"Creí que los actores se inventaban sus diálogos", le dice Mildred a Steele cuando llegan a la casa de este. "Cuando son grandes estrellas pueden hacerlo". Alucino con este comentario. Steele tiene una pequeña barra de bar en su piso. Ella pide ginger ale con limón y dice que se llama "cuello de caballo". El se pone cómodo, lo que significa que se quita los zapatos y la chaqueta, y se pone un batín. Ella se agobia un poco pero se tranquiliza cuando ve que Steele pasa de ella totalmente.

"¿Es que lee el pensamiento?", le dice ella. "La mayoría de los escritores creen leerlo", dice Steele.
Me encanta esta escena con la asistenta a punto de pasar la aspiradora mientras se fuma un piti.

Steele tiene un amigo policía, Nicolai (Frank Lovejoy). Va a su casa y le comenta: "¿Sabes que me he casado?". Y dice Steele: "¿Por qué?". En plan retórico porque Steele (supuestamente) no es de los que se casa.

Una vez que es interrogado, Steele le dice a su representante: "Era su idea contra mi historia pero, claro, yo lo hice mucho mejor". El repre se pone algo nervioso porque resulta demasiado altanera su conducta.

La visión que tiene Steele de las mujeres, cuando le dice a su vecina, Laurel: "Cuando la vi pensé, la mujer diferente. No es astuta ni coqueta ni tonta. Es como un buen amigo, da su opinión y sabe lo que quiere". Ella: "También sé lo que no quiero y no quiero que me atosiguen". Guau.

Guiño Cócteles fuera de serie.


Steele le comenta a Nicolai mientras cenan: "No vais bastante al cine. Nosotros resolvemos cualquier crimen en menos de dos horas". Recrean el asesinato, a Humprey Bogart le iluminan los ojos cuando narra cómo pudo pasar para que parezca un sádico. Dice que jamás hubiese tirado el cuerpo a la cuneta, que ellos colocan a los muertos en la ficción en alfombras y nunca tirándolos como si fueran colillas.
La masajista de Laurel en plan Rebeca con ella.
Momentazo cuando Laurel se da un masaje en casa y Martha, la masajista, le dice mientras la soba: “Una mujer como usted debería pensar en su seguridad. No olvide que en un principio era la tierra, el cine vino después”. Me recuerda a la obsesiva Rebeca de Hitchcock.

En la playa es divertido ver al serio Bogart imitar al personaje de Laurel. “Lo malo de estas mujeres de Hollywood es que tienen una educación deficiente. No saben nada sobre sus deberes con la sociedad pero todo sobre sus derechos. De aritmética están muy mal pero pregúntales cuántos visones son necesarios para un abrigo”. Steele no puede evitar decir sandeces machistas y eso que a Laurel la tiene en un pedestal porque la admira.

"Es escritor, los hombres como él pueden permitirse ser así", le dice la mujer del poli a Laurel.
La "sencilla" bata de ella de estar por casa.

Hay una escena rara en la que Steele corta un pomelo gigante porque le prepara el desayuno a Laurel y ella le mira recién levantada con una elegante bata con cinturón y puños y cuello de piel. A Laurel le ha gustado la escena de amor del guion que ha escrito y dice Steele que una escena de amor no se basa únicamente en decir te quiero, que puede describirse tal y como están ellos en ese momento.

Steele le pregunta a su repre qué piensa del guion. "Qué importa lo que yo diga, intenté convencer a Selznik de que no hiciera Lo que el viento se llevó".

No hay comentarios: