16.9.19

The I-Land, opinión de la nueva Perdidos (en el lado oscuro)

(subida originalmente 11.9.19)

El jueves Netflix estrenó la miniserie The I-Land, creada nada menos que por Neil LaButte. La plataforma, una vez más, no pasa screeners de uno de sus originales, no sabemos si porque no les ha molado, o, todo lo contrario, temen que se pueda escapar algún spoiler pues The I-Land tiene todas las bazas de jugar con el espectador, como ya lo hiciera Perdidos, con la que comparte una isla misteriosa (que también puede matar), un grupo de extraños que intenta sobrevivir y que se verá inmerso en un enigmático juego (algo que le engancha también con Los juegos del hambre). El tráiler ha dado algunas pistas.

La serie en cuatro claves (sin spoilers)

La isla misteriosa 
¿Un grupo de diez desconocidos en una isla desierta? La imaginación vuela. ¿Podría ser la nueva Perdidos? También hay un ojo que se abre y mira hacía lo desconocido. Un cartel en la playa indica que deben encontrar el camino de regreso, pero, ¿es eso posible, cómo conseguirlo? La isla parece gigantesca, ¿qué se oculta en ella? Un enigmático hombre con sombrero de cowboy (Bruce McGill, Rizzoli & Isles) asegura en el tráiler que "si haces algo malo, la isla se vengará". La isla mata. ¿También contará con su propio humo negro, su fantasmal vigilante? Y añade: "Si mueres ahí dentro, también mueres aquí". ¿Hay dos realidades? 

El grupo de extraños
La miniserie de siete episodios de Netflix, creada por el director Neil LaBute (En compañía de hombres), cuenta con un reparto lleno de caras conocidas, como la televisiva Natalie Martinez (La cúpula), Kate Bosworth (Perros de paja), Alex Pettyfer (Soy el número cuatro) y María Conchita Alonso (Perseguido). A diferencia de Jack, Kate y compañía, el grupo de extraños no parece haber interactuado antes. Es más, no recuerdan cómo llegaron a la isla ni saben quiénes son. Si no fue un accidente de avión, ¿qué pudo ocurrir? Ellos son los elegidos, pero, elegidos, ¿para qué? Cuando la amnesia desaparece, algunos comienzan a recordar su pasado. 

El desafiante juego 
¿Y si todo fuera un experimento, una experiencia inmersiva en un futuro distópico? Dos hombres vigilan la isla a través de varias pantallas de televisión. No sabemos si sólo observan o pueden intervenir. Los desconocidos se enfrentan entonces entre sí, se mienten, intentan sobrevivir. Comienzan a ver cosas extrañas, tal vez, sufren alucinaciones, se preguntan si no será todo una ilusión. Tendrán que comprender las reglas de la isla si quieren salir de allí y cada elección determinará el próximo desafío. "¿Crees que lo lograrán?", pregunta uno de los doctores. El cowboy asegura que si fuera por él, no. 

Las inevitables comparaciones 
Además de la icónica Perdidos, The I-Land puede recordar a otras series de ciencia-ficción que juegan con mundos alternativos. El cowboy vestido de negro bien podría salir en Westworld y ser la isla un gigantesco parque de atracciones. El grupo permanece cautivo, aislado como en La cúpula. De hecho, Chase (Martinez) toca lo que parece ser una pared invisible. Los extraños pronto se ven enfrentados pues temen ante la incertidumbre y parecen participar en una especie de Los juegos del hambre aún más retorcido, donde se podría determinar (como en la brasileña 3%) qué candidatos merecen ser salvados. Es inevitable, por supuesto, pensar en la simulación virtual de Matrix y en el desconcertante pueblo de Wayward Pines, aquel thriller con Matt Dillon, en el que sus habitantes, ignorantes, vivían protegidos de un mundo exterior que había cambiado hasta ser irreconocible y caótico. No sabemos si la miniserie será un éxito, pero todos estos enigmas invitan a darse un atracón seriéfilo.

Mi opinión de The I-Land (contiene spoilers).
Hay series infumables y luego están las series malas que hay que ver. The I-Land pertenece a este segundo grupo. Los 10 extraños que deben sobrevivir en la isla son estúpidos, pero no lo hacen aposta. La culpa la tienen los guionistas, que parecen mofarse de ellos (algo que, inexplicablemente, me engancha). Como han perdido la memoria parecen tontos (como deshacerse del libro La isla misteriosa, de Julio Verne, que les podría dar alguna pista). Pero, en realidad, son gentuza, algo que descubres casi inmediatamente, cuando uno de ellos intenta violar a Chase, la protagonista, con una serie de diálogos delirantes, del estilo follar en la isla no es violación. De tan surrealista, me pregunto si esto irá a más y vaya si lo hace.

La miniserie tiene demasiadas cosas de Perdidos, no solo la isla, el ojo de Chase que se abre al inicio (como Jack sabes que es la prota), la numerología (aquí es el enigmático 39), la guapa tonta que toma el sol en vez de aportar o la opción del "We have to go back" que sufre Chase… Llega un momento en que me planteo que Neil LaButte, director icónico de los 90, ha querido mostrarnos el lado oscuro de la serie de JJ Abrams. Es decir, los protagonistas no tienen posibilidad de redención, como ocurría en Perdidos. Tampoco los conocemos, pero aquí los flashbacks funcionan para que nos caigan definitivamente peor (porque de inicio, todos, menos Chase, te caen mal). Todos son asesinos, han matado a alguien, algunos con razones que pueden crear cierta duda (la enfermera que ayuda a ancianos que quieren morir), pero que, definitivamente, nos da igual.

La isla no es real, no es un parque a lo Westworld, ni un recinto con pruebas estilo Los juegos del hambre, ni un programa de televisión como en Perseguido (por aquello de que sale María Conchita Alonso, que vaya papelón culebronaco cabrón). Aquí me pillan porque en ningún momento pienso que sean presos de una cárcel y la isla una simulación de prueba para ver si pueden rehabilitarse. Pero, ¿cómo se van a rehabilitar estos personajes si se enfrentan a unas condiciones superchungas? El alcaide, que es para darle de comer aparte, va en contra del experimento y protagoniza alguno de los diálogos más absurdos. A esto hay que añadir unos escenarios de cartón piedra (las instalaciones reales), que no compensan la belleza de esa idílica isla de la que no saben aprovecharse, y algunas escenas repetitivas (como la del careto de María Conchita Alonso una y otra vez, pesados).

Sin embargo, ahí sigo, viendo un episodio tras otro, hasta completar los siete. The I-Land provoca el comentario continuo en voz alta, te hace dudar de las decisiones que toma esta gente, y provoca estupefacción como hacía tiempo que no sentía. Hay momentos de chupito por el grado de estupidez. Por poner algún ejemplo: tirar el libro de Verne, cómo Chase da con la clave del maletín de la pistola, regresar al mar infectado de tiburones, que Chase pueda escapar alegremente para verlos a todos cual Matrix, toda la actuación de María Conchita Alonso… Y luego algunos momentos delirantes, que creo que es lo que me atrapa definitivamente, como la sopa del pollo del caníbal, el mensaje antialcoholismo de la ayudante del alcaide, cada vez que salen los más famosos del tinglado Kate Bosworth (que produce, pobre) y Alex Pettyfer; la trama del acosador al que nadie para los pies hasta muy al final; los Bonnie & Clyde por saltarse las normas, ese jurado poco iluminado que debate sobre lo que hacer delante de la presa…

En resumen, The I-Land es para verla acompañado e ir discutiendo qué escena o frase es peor que el anterior. La idea era buena (simular un entorno para presos con el fin de rehabilitarlos), pero los diálogos, los personajes y los flashbacks son cutres. Siempre nos quedará Perdidos, que en comparación es una obra maestra.

1 comentario:

Anabel de Castro dijo...

Muchas ganas de verla, espero que no nos pase como siempre que publicitan una serie como "la nueva Perdidos", que luego es un pestiño como un piano.
Leeré tus impresiones cuando la vea.