Opinión del primer episodio de The Enemy Within, de NBC, que emite en España Calle 13.
De qué va: Thriller de caza de espías. Erica Shepherd (Jennifer Carpenter) es una brillante ex agente de la CIA, ahora conocida como la traidora más famosa en la historia de EE UU, que cumple cadena perpetua en una prisión. El agente del FBI Will Keaton (Morris Chestnut) recluta a Shepherd para ayudarle a rastrear a un criminal peligroso que ella conoce muy bien.
Opinión del primer episodio
Me cuesta ponerme con este tipo de series de contraespionaje porque, como ocurre también con The Enemy Within, recuerdan a otras de forma muy evidente. Al igual que en Homeland, a Erica el país no le perdona su traición, aunque se deja caer al final que ayudó al terrorista más buscado porque no le quedaba otra (si no lo hacía mataban a su hija). Tres años después de ser arrestada como cómplice de varios asesinatos de agentes de la CIA, Erica es reclutada por el FBI para que los ayude a arrestar al malo, tal y como ocurría en The Blacklist. Al igual que James Spader, la hermana de Dexter va de sabionda, observa y actúa, siempre por delante de sus ex compañeros. Obviamente, hasta hay una alusión a Hannibal Lecter, esto le honra.
El agente con el que deberá trabajar no la traga, más que porque haya traicionado al país (que también), porque por su culpa su novia fue una de las asesinadas. Para más inri, la novia era colega de Erica y la tenía en un pedestal. ¿Quién es el villano más buscado, el tal Mikhail Tal, interpretado por Lev Gorn? ¿Por qué es tan complicado cazarle? Y, lo más interesante, ¿cómo es posible que siga teniendo un infiltrado dentro de la agencia? El primer episodio es atractivo porque va a toda pastilla, tiene mucha acción (explosiones, persecuciones, tiros) y te intriga saber más de la tal Erica. Sin embargo, los personajes no demuestran ningún carisma especial.
Sobran primeros planos de Jennifer Carpenter, tan delgada, que parece un zombie, y esas miradas furtivas para darnos a entender que es Terminator; y de Morris Chesnut, que cada dos por tres nos tiene que demostrar que está muy enfadado con el mundo. En el grupo, tenemos a la chica enamorada en secreto de su jefe; al colega en el que se puede confiar y al guaperas que, cómo no, sale sin camiseta. No tengo nada en contra de esto, pero con toda la competencia que hay con otras plataformas, al menos cúrrate otro tipo de perfiles dentro de la policía. Por eso destaca mucho más Erica, porque cuando sabemos que la traición es lo de menos, nos damos cuenta de que ella es la auténtica protagonista, la buena de todo el tinglado, la que realmente puede salvar las situaciones. Vamos, que parece impensable que se la cargaran al estilo Homeland.
Cuando sabemos que Erica actuó movida por algo con lo que es fácil empatizar, nos ponemos de su lado, pero Will, erre que erre, no quiere regalarle la redención y se lo pone difícil (lo que le hace parecer hasta pueril en su ceguera). Hay momentos realmente absurdos como cuando Will coge en brazos a la agente de la CIA secuestrada (Anna Cruz) y se le caen dos lagrimones, como si hubiera salvado a su propia novia. La paradoja es que de un agente que sabe que hay un topo dentro moviendo los hilos se le presupone una mayor inteligencia cuando trata con una agente desaparecida hace tres años. Me da que los polis tienen que parecer más tontos de lo normal para que Erica nos caiga cada vez mejor y confiemos más en ella que en el resto del cuerpo. Para fans de los procedimentales.
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