30.3.19

The Good Fight 3x1-3x2: Marissa Gold y las gafas de sol de Maia

(escribo sobre el cambio de Maia, Marissa, Lucca y Liz, en los tres primeros episodios de la tercera temporada de The Good Fight)

La nueva web de Maia Rindell donde las gafas de sol son su nuevo escudo.
Sororidad. Si hay un personaje en The Good Fight a la que le deberían dar un premio por ayudar sin pedir nada a cambio es Marissa Gold. Pequeñita, discreta, siempre perspicaz, observando desde la sombra. Poco a poco se ha ido haciendo un hueco en el bufete. Porque ella lo vale. La tercera temporada arranca con Maia Rindell medio cegata porque se ha operado los ojos, en el episodio El de los problemas recientes. Una situación simbólica para demostrarnos que Maia se ha quedado un pelín atrás con respecto a sus compañeros. De hecho, ya extrañaba que en el póster de esta entrega ni apareciera. ¿Qué arco de personaje iba a tener Maia ahora que su padre estaba en la cárcel y que parecía que se habían olvidado de sus mierdas? 


En el episodio 3x1 la pobre llega con unas gafas oscuras XXL, de ésas que yo llevé también cuando me operaron de la miopía. Vamos, un trago. Parece una chica que no se vale por sí misma. Cuando se las quita y le da la luz, llora, y aunque les diga a sus jefes que es fruto de la sensibilidad ocular, ellos creen que Maia es infeliz en su trabajo. Pero nadie hace nada material por mejorarlo, solo le dan un golpecito en la espalda, diciéndole que es una de las mejores, que siga así. La que lo pilla al vuelo y sin decirle nada es Marissa, que . Las gafas son de la marca Blake Kuwahara, nombre del diseñador detrás de las gafas de los famosos de Hollywood.




Y Maia, de pronto, es otra persona. Como cuando Don Draper vestía de traje en Mad Men o la señora Maisel se protege con sus sombreros en The Marvelous Mrs Maisel. Maia sale del baño creyéndose invencible. En el ascensor un tipo le echa los tejos, ella pasa de forma muy resuelta.


Luego, rodeada por hombres, coloca los pies sobre la mesa (con unos botines negros con tacones dorados cantosos), de forma desafiante. Logra que la dejen en paz, la dejan hacer lo que quiera tras sus gafas de sol. Marissa consigue que Maia se crea de verdad que vale mucho más de lo que ella cree. Cuando le endilgan a Roland (Michael Sheen, nuevo y gran fichaje de la temporada), el abogado más zumbado de la historia, Maia también aprende a pasos forzados y le sirve de excusa para exigir un despacho (Roland grita que le den un despacho donde ella se pueda masturbar). Aunque Roland no lo sepa, es otro acicate para la autoestima de Maia, que no sólo consigue el despacho (se lo quita a una abogada negra) si no que deja de sentirse infravalorada y se va contagiando de la poca vergüenza de Roland, capaz de mentir con tal de ganar un juicio.


Por eso, cuando Marissa ayuda de forma casual a Julius, posible futuro juez (recordemos, un negro republicano), pienso que se merece ella misma un ascenso. Es otra de esas mujeres de la serie que puede dar mucho de sí. Julius se da cuenta que nadie mejor que Marissa para llevarle la campaña. No sólo porque es buena investigadora y lo sabe casi todo, es que Marissa cobra menos que un abogado de renombre, obviamente. Tanto Marissa como Maia van a tener mucho que decir esta temporada. Por cierto, a alguno le recordará a la Peggy Olson de Mad Men, of course.

Lucca y su vestido de trampantojo de platos de Dolce & Gabbana, raro, raro.
También Lucca, que, a pesar de estar al cuidado de su bebé (ese momentazo en el que se saca leche en su despacho y Julius no sabe dónde mirar; o ese otro el episodio 3x2 en el que canta a cámara el Everyday, de Buddy Holly), también aspira a conseguir un puesto mejor (abogada de familia), incluso, por qué no, a ser socia. Esto se lo pelea ella, y cuenta con el apoyo de otra mujer en el bufete, Liz, que también se ha liado la manta en la cabeza desde que decide divorciarse de su marido. En fin, Maia, Marissa, Lucca y Liz van a dar un paso al frente, adquiriendo mayores responsabilidades.


Mientras, Diane sigue luchando contra Donald Trump, entrando en una nueva espiral: las fake news como autodefensa. Se involucra en un grupo tras recibir una tarjeta que dice "haz algo". Y eso es lo que quiere Diane, actuar, cansada ya de teorizar. Atacad, mentid y que nos os pillen, le dicen en el episodio 3x3. La única forma de que Trump no gane en 2020. Veremos cómo afecta el tema en su pareja, el republicano Kurt, cuyas relaciones con la familia de Trump provocan que firme un acuerdo de confidencialidad (NDA), un tema que surge como leit motiv del corto animado y musicalizado que aparece en cada uno de los episodios de esta temporada (los episodios ya no son numéricos si no que se llaman "El de …", al estilo Friends). Diane llega a hablar con la herida en el hombro de Kurt, que tiene forma de la cabeza de Trump. "¿Qué les pasa a los hombres. Dónde están Paul Newman, Burt Lancaster, los auténticos hombres?", se pregunta. En el episodio 3x2, acompaña a Kurt a una fiesta para recaudar fondos de republicanos y uno suelta un chiste contra los mexicanos, que no saben jugar al billar porque "comen tacos". Esta temporada van muy a saco.

No hay comentarios: