Nadia muere el día de su cumpleaños y resucita, volviendo a revivir ese mismo día en bucle. La resurrección no se idealiza como en Atrapado en el tiempo, en la que Bill Murray intentaba mejorar para encandilar a la mujer de sus sueños. Tampoco se bromea con la muerte como en Feliz día de tu muerte, en la que su protagonista huye de su asesino. El bucle en el que nos introduce Russian Doll (Muñeca rusa) es una oportunidad para sus protagonistas de cambiar las cosas, sí, pero en cada salto, al igual que ganan, pierden algo. Lo que podría ser el sueño de cualquiera (volver al pasado para llevarle la contraria al destino haciendo exactamente lo que deberíamos hacer), se convierte en una pesadilla incontrolable y abrumadora.
La serie creada por Natasha Lyonne (la pelirroja de Orange is the New Black, que la protagoniza), Leslye Headland (guionista de Despedida de soltera, que dirige) y Amy Poehler (Parks and Recreation, que pone la pasta) es un pasote, pues se desmarca de la repetición sin más y nos introduce en un juego en el que los secundarios también participan, los objetos tienen importancia y ambos pueden aparecer y desaparecer. A veces recuerda a Black Mirror, otras, al episodio especial Bandersnatch, en la que las tramas disponen diferentes soluciones posibles. Está llena de detalles increíbles y se dirige al espectador de una forma inteligente y divertida. Al terminar la temporada te faltará el aire, cada salto en el tiempo duele un poquito y hay mucho más donde rascar de lo que aparenta. El envoltorio de ciencia-ficción esconde, realmente, un análisis psicológico de la debilidad humana, de los traumas y miedos, y, tal vez, de la locura. Y el montaje es sencillamente acojonante.
con spoilers
Russian Doll no cuenta con personajes divertidos a lo Bill Murray; ni adolescentes patosos. La serie se embarca en una misión no imposible, pero sí descartada en general en cualquier comedia pues habla de la depresión, de la decepción ante la vida, como si ésta nos debiera algo, de perder las ganas de vivir cuando no consigues lo que te propones (tu propósito en la vida, el que sea). Ese vacío existencial puede provocar tal ruptura emocional y de los propios valores que confíes en un único impulso como solución posible: el suicidio, acabar con todo. Pero, y ésta es la hipótesis, ¿qué ocurriría si alguien que se quiere morir resucita una y otra vez sin saber por qué?
Hay dos personajes antagonistas en la serie. La protagonista, Nadia, cumple 36 años, se siente mayor. Sus amigas (Maxine -Greta Lee- y Lizzy -Rebecca Henderson, mujer de la creadora de la serie-) le han montado una fiesta, pero a ella le da igual. Fuma y bebe de forma compulsiva, se acuesta con un extraño (Mike, Jeremy Bob, Fuga en Dannemora), al que se trajina y pide un Uber para que desaparezca (curioso que luego la atropelle un taxi). John es un ex que sigue enamorado de ella, pero Nadia huye del compromiso y le hizo (y sigue haciendo) daño. Su rutina pasa por comprar la comida y necesidades en un deli del barrio y charlar con su dependiente Ferran. Su madre (Chloé Sevigny) era una desequilibrada, algo que no ha superado, aunque cuenta con Ruth (Elizabeth Ashley), una amiga de la madre, psicóloga, que la ha cuidado de siempre. Nadia desarrolla videojuegos y parece haber entrado en uno de ellos cuando muere y reaparece de nuevo en el baño de la fiesta (un baño que tiene como picaporte una pistola), sonando 'Gotta Get Up', de Harry Nilsson (que aunque se repita mil veces suena estupendamente bien). Su gato, Avena, además, ha desaparecido y ella lo busca en el parque con aparente nerviosismo.
En el cuarto episodio conocemos a Alan (Charlie Barnett), que, al igual que Nadia, cada vez que muere reaparece en el baño (de su casa). Es lo único que, a priori, comparten (más allá de que son dos personas solitarias), pues Alan es un tipo tranquilo, que no desfasa, hace sus ejercicios diarios y tiene intención de pedirle en matrimonio a su novia, Bea (una chica que le es infiel con Mike, Dascha Polanco, compañera de la prota en OITNB). No tiene gato, pero sí un pez, y no ha sido capaz de pasar el videojuego que Nadia creó. Es amigo del dependiente del deli, pero nunca ha coincidido con Nadia. Si Nadia es bastante caótica en su día a día, Alan es un obseso de la limpieza.
Estos dos polos opuestos, que jamás se hubieran hecho amigos, desde que se encuentran, van dándose cuenta de que se necesitan. Alan, que se suicidó la primera vez que murió, no quiere vivir, sufre una depresión. Nadia, que fue atropellada, aunque tenga sus mierdas, es una tía vitalista. Alan cuenta con suficientes bucles como para comprender que si su novia le es infiel, hay que pasar página, que no hay que ser tan estricto con uno mismo, que hay que dejarse llevar, ensuciarse un poco. Nadia encuentra en Alan su propósito en la vida, ella que se deja llevar y pasa de todo. Protegerle de sí mismo, algo que no pudo hacer por su madre pues era una cría, retrotrae a Nadia a su niñez, y gracias a los flashbacks vamos conociendo más sobre un trauma que ella también arrastra. Es como si el destino hubiera querido que ella pudiese hacer por alguien lo que no hizo por su madre y lo que tanto la reconcome por dentro pueda por fin disiparse. Alan, por su parte, le ayudará con John, pues Nadia le recuerda (por su falta de sensibilidad hacía John) a su ex novia Bea.
La gran duda surge con la primera muerte de Nadia. ¿Realmente murió atropellada la primera vez o también se suicidó y no lo recuerda? Es inquietante el personaje del indigente, al que Nadia reconoce en el primer episodio (y al que ya le faltan los zapatos pues va en calcetines) y que luego siempre acaba cruzándose en su vida. Al final, tantas muertes van destruyendo los universos que habitan, hasta que toman las decisiones correctas y regresan al inicio. El problema es que cada uno de ellos vuelve al universo equivocado. Duplicados, tenemos a dos Nadia y a dos Alan, dos sanados y dos jodidos, cohabitando en universos paralelos. La segunda temporada se presenta de lo más misteriosa.
En breve escribiré un post con los detalles y curiosidades escondidos en los episodios, que aportan más datos para posibles teorías.
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