3.3.18

Crítica. Sin rodeos: Maribel Verdú, una heroína de nuestro tiempo

Crítica de Sin rodeos, película dirigida por Santiago Segura, con Maribel Verdú.


No es Michael Douglas en Un día de furia, pero casi. Maribel Verdú ha llegado también al límite, pero no padece ningún desequilibrio emocional como el personaje de la película de Joel Schumacher. En Sin rodeos, lo que es una locura es comprobar por todo lo que ha tenido que pasar esta paciente mujer. Santiago Segura no propone un drama (aunque en el fondo lo sea) si no una comedia luminosa que sirve como revulsivo, que señala con alegría los defectos de una sociedad, tan obvios que resultan indignantes. Pero, siempre, con una sonrisa.

La Verdú está estupenda, tanto como novia de un gandul al que mantiene como de rebelde con causa que rompe con todo. Esta comedia va subiendo a medida que nos hacemos amigos de la protagonista. Empatizamos y nos ponemos de su lado desde el minuto uno. Todos los que la rodean son de lo peor que te puedas encontrar. Además del novio parásito que logra asquearte de verdad o de esa amiga obsesionada con sus redes sociales que da pena o de ese ex novio que sigue tonteando con ella o de esa hermana amiga de los gatos, es en el terreno profesional donde Segura se tira en plancha a la piscina del empoderamiento femenino. Quien no ha dado con un jefe machista tan patético y bobalicón. Porque Sin rodeos es una película pensada para el público femenino, es la respuesta inevitable a esa canallada machista y sucia que es Torrente.

Segura se reserva un cameo, el del medium al estilo Raphel que le da el empujón definitivo, con otra mentira, que es lo que parece rodear a esta mujer, aparentemente débil que se defiende cuando encuentra el valor suficiente. Crítica a esa juventud arrolladora que se está abriendo paso en las redes sociales, con una genial Cristina Pedroche. No por lo que hacen si no por lo que deshacen. Una contraposición entre lo viejo y lo nuevo que plantea con personajes que cualquier espectador reconoce.

Lo mejor de Sin rodeos es su protagonista, que maneja el timón de un barco que está repleto de otros personajes más propios de la filmografía de Segura; Quique San Francisco que parece que no actúa o Cristina Pedroche, creyéndose su papel, o esa Candela Peña con la que lloré de la risa, y la forma en la que la película te va llevando por donde quieres que te lleve, animándote, logrando que salgas del cine con optimismo y con ganas de cambiar las cosas. Lo peor son algunos momentos en los que la parodia roza lo cansino, se vuelve más explícita de lo necesario (caso del medium que no pega ni con cola); y esos dos personajes femeninos (la hermana y la amiga) marcados por la soledad, como si necesitaran un hombre a su lado.

Sin rodeos es una comedia ilusionante fruto de estos tiempos en los que necesitamos heroínas de carne y hueso, que se sube al carro del movimiento feminista, con un final, eso sí, que contentará a todos por su esperado mensaje (y repentino musicón).



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