Dicen que en la moda todo vale como en la guerra. Otra cosa es que se lleve en la calle y la gente se deje la pasta en las tendencias que nos quieren imponer los diseñadores. El último en liarla parda ha sido Balenciaga, en su primer desfile de moda masculina nos dejó a todos sin habla.
No por obsceno ni por reivindicativo ni por innovador, no. Demma Gvasalia apostó por
meterle perchas a todas sus chaquetas y acortar los pantalones,
inventando siluetas amorfas, deformadas…
¿O será un homenaje a David Byrne, de Talking Heads?
Nadie va a comprar esto ni nadie va a analizar el impacto
en la moda de su creador. Esto sólo es una mamarrachada, con unos
modelos en los huesos, como si fueran homeless drogadictos a los que les
han donado la ropa. El desfile fue mediático y todo el mundo habló de
él, pero, en lo que importa, ¿reinventa algo, te seduce y, lo que es más
importante, te gusta? Pues NO, un rotundo, NO. Balenciaga no era esto ni
mucho menos.
Zara NO copies.
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