Mi crítica de la peli.
Si el año pasado me tocó defender Una mente maravillosa, en esta ocasión el último duelo es el que enfrenta a Salvar al soldado Ryan y No es país para viejos.
Me ha tocado defender No es país para viejos (No Country for Old Men), el filme de los Coen con el que Javier Bardem ganó un Oscar. Ambas películas se podrán ver el sábado 24 en el canal.
Me ha tocado defender uno de los filmes con uno de los mejores villanos de la historia del cine, y, nada menos, que interpretado por un español, Javier Bardem. No es país para viejos (No Country for Old Men) debería ganar la Batalla de las películas por muchos motivos, pero los resumo en estos cinco:
1.
Por sus merecidos premios. La película arrasó en la edición de los
Oscar de 2008: mejor película del año, mejor dirección y mejor guión
(ambos, por los hermanos Joen y Ethan Coen), y mejor actor de reparto
(Javier Bardem). El nombre del actor español, que se hacía con su primer
y único Oscar, tras la nominación como actor principal por Antes que
anochezca (2001), resonó como ganador en numerosas ocasiones aquel año:
en los Globos de Oro, en los BAFTA, en los premios del Sindicato de
Actores (SAG) y en la mayoría de los premios de la crítica (Nueva York,
Toronto, Austin, Boston, Chicago…). Sólo le superó en los MTV el
sangriento barbero Sweeney Todd interpretado por Johnny Depp (ejem). La
película, que estuvo nominada en Cannes, se alzó, entre otros, con el
David de Donatello y el National Board of Review y fue incluida por el
American Film Institute en su Top 10 de los mejores filmes del año.
2.
Por su magnífico villano. Y eso que Bardem parecía no tenerlas todas
consigo. En ese momento, el actor les confesó que ni sabía conducir, ni
hablaba inglés correctamente y que odiaba la violencia. A los Coen
pareció no importarles, al contrario: “Por eso te hemos elegido”, le
respondieron. Su personaje, Anton Chigurh, es un frío asesino, un
sicario contratado para recuperar una bolsa llena de dinero que ha
desaparecido tras un tiroteo entre narcotraficantes. En la novela de
Cormac McCarthy en la que se basa la película, el psicópata es descrito
como un tipo de ojos azules… Nada que ver con Bardem, ni falta que hace.
Con su siniestro corte de pelo a tazón, sus tensos silencios y esa
pistola para ganado con la que mata a sus víctimas, Chigurh da tanto
miedo que, desde entonces, comparte ránkings de malvados a la altura de
Darth Vader o el Joker de El caballero oscuro. En el mismo año en que
Daniel Day-Lewis ganó el Oscar por Pozos de ambición, la revista
Entertainment Weekly les había dedicado a ambos su portada con un
elocuente y premonitorio titular: "Los chicos malos. Dos villanos que
redefinen al diablo. Dos premios de la Academia esperando a que ocurra".
3.
Por la acción salvaje. Tres son los personajes que se entrecruzan en
esta extraordinaria historia de violencia, un western clasicista a lo
Peckinpah, ambientado en los años 80 en Texas. Una persecución, un juego
del gato y el ratón, a medio camino entre Fargo y Sangre fácil,
películas de los Coen que sirven aquí como referencia. Josh Brolin,
cazador de antílopes y veterano de Vietnam, será perseguido por un
asesino a sueldo (Bardem) y, a su vez, por un sheriff a punto de
retirarse (Tommy Lee Jones), que quiere evitar a toda costa que lo
maten. La acción no da tregua, es imprevisible, especialmente por la
forma espontánea de actuar de Chigurh que recurre al azar, lanzando
monedas al aire, para decidir si alguien merece o no seguir viviendo.
4.
Por su atractiva temática. Para los Coen, lo más interesante de la
novela era la forma en la que Cormac McCarthy va contracorriente y logra
que los malos y los buenos no se encuentren. No es país para viejos es
una frase que aparece al comienzo del poema Sailing to Byzantium, de
Yeats, y apunta a la idea de cómo los jóvenes ignoran la experiencia del
que sabe (de ahí la crónica de los hechos por boca del personaje de
Tommy Lee Jones). Las inesperadas acciones de Chigurh te mantienen en
tensión siempre, esa “naturaleza despiadada”, pero también lo
intensifica el hecho de que nunca sepas realmente qué va a pasar en la
próxima secuencia. Para la que es su primera adaptación, según los Coen
porque “McCarthy es el mejor”, optaron por reducir los diálogos al
mínimo, integrando las inhóspitas localizaciones como si fueran un
personaje más.
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