15.8.15

Crítica. Extinction (2015), la soledad es peor que la infección

Este viernes se ha estrenado Extinction, de Miguel Ángel Vivas. Cuando veo a los infectados me acuerdo de Wayward Pines (la tengo muy reciente). Aunque los rasgos físicos dan más miedo: estos bichos son ciegos y tienen bocas en las orejas (wtf). Las dos horas de duración se me hacen eternas, sobre todo, la segunda parte. La primera hora me intriga, cuenta la infección en sí y cómo una década después dos amigos, que ahora no se hablan, y una niña (que no sabe lo que es el cine ni ET) han sobrevivido. El tema no es original ni los bichos: donde esté 30 días de oscuridad… pero que esos vecinos no se hablen y estén solos en el mundo, sí. Reaparece Matthew Fox (Perdidos) con melenas y barbas. En cuanto se corta el pelo, como Sansón, se acabó la gracia de la peli. Nos esconden los motivos por los que no se hablan, pero es obvia la razón. Le dan mucha importancia, pero está mal contado. Así que sólo queda disfrutar de los efectos especiales y de la fotografía que parece de postal (la niña de rojo cual Caperucita Roja…). Cuando aparece Clara Lago ya he desconectado y su personaje no logra que me vuelva a reenganchar. Una pena porque la historia rodada de otra forma podría haber dado mucho juego.

Los abbies en la serie Wayward Pines han ido evolucionando durante siglos hasta convertirse en monstruos que, si pueden, atacan y se comen a los humanos supervivientes. No tienen pelo en el cuerpo, tienen la cabeza y las extremidades deformadas, saltan y se mueven muy rápido.

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