2.4.15
Convicto, en la cárcel con un enorme Jack O’Connell
En la serie Skins, Jack O’Connell interpretaba un chaval impúdico e inconsciente, que, por ejemplo, se desnudaba delante de su clase y profesores, presumiendo de un tatuaje en las cachas del culo. Recordando estas imágenes, es fácil imaginarse al susodicho, años después, entre rejas, por haber cometido un delito aún más grave. O’Connell, al que le coinciden en cartelera ‘71 e Invencible, construye en Convicto (Starred Up), de David Mackenzie, una soberbia, sutil e inteligente interpretación –tanto física como mental–, que vertebra todo este intenso (y tenso) drama carcelario, centrado en la relación de este joven, de insolente madurez, con su resignado padre, también preso (Ben Meldelsohn, visto ahora en Bloodline), entre guardias corruptos e internos desconcertados ante sus arrebatos. A Eric Love le ha faltado ese amor de su apellido, ha sufrido abusos y ha estado –y se ha sentido– siempre solo. Es un animal enjaulado, violento, siempre a la defensiva, con una frustración que llega a doler. La preocupación de un terapeuta (Rupert Friend) es lo más cerca que ha tenido Love de confiar en alguien. El filme es explícito, directo, sin concesiones. Entre los aciertos, los atípicos diálogos entre los integrantes del grupo de terapia de Love, en el que predominan los negros, y una visión menos peliculera de una cárcel. “Eres un líder, por eso atacas a la gente, por principios, en lugar de perder la dignidad”, le reflexiona el preso más chanchullero. Love es de los que moriría matando, pero su suerte se lo impide. Convicto se estrena en España el 1 de abril [Crítica publicada en Cinemanía abril]
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