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Al ver a Ben Affleck, apocado y sinsal siempre, sé que va a ser Rosamund Pike la que lleve las riendas de la película, seguramente en la sombra. Y así es. Máxime cuando el marido se preocupa por el destrozo que han hecho en su casa y por la repentina desaparición (aunque, leo ahora al hacer la crítica, que en el libro sí puedes dudar del marido). Está claro (y en eso ayuda la hermana gemela del marido, nunca la veo como sospechosa si es que eso pretendían) que la que puede esconder más mierda es la supuesta víctima. Cuando veo la foto de Neil Patrick Harris, como ex novio de Amy, lógicamente pienso en que tendrá que volver a salir y que será seguramente crucial para la trama. Tal vez, que los secundarios sean conocidos son la mejor pista. Otra, muy gorda, es el propio cine de Fincher. Cuando se intercalan momentos de Amy escribiendo en su diario (¿por qué escribe en diferentes colores? ¡canta!) y la policía sigue sin tener pistas del supuesto crimen, recuerdo The Game. Y me digo: "¿No será todo esto un jueguecito de esta tía?". Y tirando del hilo es fácil continuar la historia. Una tía posesiva, que mangonea a los tíos, que juega con su marido, porque de inicio muy normal no es. Me convezco absolutamente cuando el marido tiene un lío con una estudiante. Si es un juego, ¿qué gana ella? Hundirle en la miseria. Pero como no tiene sentido, lo más lógico es pensar que esta tía es una sociópata, que está loca. Y no hay más. Para construir el montaje ha tenido todo el tiempo del mundo. Recuerdo que con The Game se le criticó que fuera inverosímil. A mí esto me parece lo mismo. La tal Amy es capaz de liarla parda, incluso engañando a la policía. Y pienso en Instinto básico, y de hecho, hay momentos en los que Rosamund Pike es como aquella lasciva y sensual Sharon Stone. Hay sólo un episodio en la película que me hace dudar. Cuando a Amy, con otro tinte de pelo, más kilos y gafas (a lo Bridget Jones), le roba su vecina y el novio de ésta. Por un segundo pienso en que la puedan matar por su dinero, y que la policía crea que la mató su marido. Pero no pasa nada, es una secuencia un poco absurda, para obligar a Amy, sin dinero, a regresar a casa de Neil Patrick Harris, que vive de la leche. Ella intenta mangonearle también (en el libro es muy 50 sombras de Grey todos los pasajes de Amy y más con este tipo), y aunque parezca que no, lo consigue, matándole. Esto se veía venir, más si cabe cuando su marido le dice por televisión, engañándola, que la sigue queriendo. A una loca hay que tratarla como a una loca. Es en el final (puede pasar cualquier cosa) cuando espero con más atención. A lo mejor con el postre me olvido de esta previsible cena. La decisión es el camino del medio: a pesar de saber la verdad, como en Instinto básico, el marido se queda con Amy (que está embarazada de él). Al parecer en el libro, el marido estaba escribiendo un libro en el que contaba la verdad, pero desiste al saber que va a ser padre. Este chico sigue siendo un desgraciado, claro, un títere, un esclavo, unido a su mujer porque son tal para cual, porque realmente el perdido es él.
1 comentario:
La mejor crítica que he leído.*Hands down*
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