17.7.14

Locke, de Steven Knight, con Tom Hardy al volante

Un tipo conduce un coche. Y así durante 85 minutos. No es Drive. No hay carreras, ni derrapes, ni criminales pisando los tacones. Tom Hardy tampoco es Ryan Gosling. Habituados a verle embrutecido, el ex boxeador de ficción lucha consigo mismo, con la suficiente fortaleza como para seguir adelante –siempre adelante–, pero con la inevitable frustración de quien sabe lo que, en compensación, deja atrás. Un viaje por carretera el de Locke, dirigida por Steven Knight (guionista de Peeky Blinders), que es, en realidad, una huída hacia lo incierto, un (rompecabezas) monólogo vital, una declaración de principios de quien quiere-desea-se obliga a cambiar, a dejar de ser quien es, a ser mejor persona. Un hombre corriente (hijo, marido, padre) que se enfrenta a sus demonios cara a cara, sin airbags que valgan. El coche nunca para, tampoco los diálogos. El manos libres no es un peligro en la ficción. Cada frase es un volantazo que endereza aún más la marcha, un acelerón para lograr el objetivo. Son 85 minutos –demasiados– en los que Locke no suelta el volante de su BMW. Cuando lo haga, sabrás que el fin del trayecto ha llegado, y con él todas las consecuencias. La voz de un jefe, una esposa, unos hijos, una amante a punto de dar a luz… son la banda sonora de ese coche confesionario. Encuadres imposibles envuelven cientos de frases sin dar tregua. Algunas historias interesan más que otras. Inquieta ese espejo retrovisor. Sólo la disfrutarás si te abrochas el cinturón y te dejas llevar. Locke se estrena en España el 22 de agosto.

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