1.7.14

Critica Mil maneras de morder el polvo, Seth MacFarlane protagoniza una parodia del western con chistes de Padre de familia

¡Reto aceptado! Lo dice Neil Patrick Harris –lo mejor de Mil maneras de morder el polvo– en una secuencia de la primera comedia protagonizada por Seth MacFarlane. Los que no sean seguidores de la sitcom Cómo conocí a vuestra madre no pillarán esta broma típica de Barney Stinson. Y de éstas, unas cuantas (la coña con Mi-La-Ku-Nis, como frase india, es otra). MacFarlane ha ido escalando posiciones en un tiempo récord; aceptando retos sin prisa, pero sin pausa; cosechando una buena cantidad de piropos –y casi ninguna crítica negativa– en todo aquello en lo que se embarca (televisión, cine, música…). El éxito parece sonreír a este tipo risueño, con fama de espabilado, ingenioso, que, además, cae bien. Que puedas contar en tus proyectos con actores y actrices de los que te has mofado en tus series es una proeza digna de unos pocos. Todo el mundo, en resumen, le ríe las gracias al, ahora, productor y guionista mejor pagado de la historia (gracias a su contrato con FOX). Su sello personal nació con Padre de familia, una serie de culto con la que ha sabido unir el humor más grosero y chabacano con la broma aguda y perspicaz. Su salto al cine, él que tantos guiños incluye en sus dibujos, era inevitable. Cuando estrenó Ted, no dudó en doblar al oso protagonista, convirtiendo al objeto en un ser vivo, más sarcástico y avispado que cualquier humano, continuando así la tradición de Padre de familia: ser lo más políticamente incorrecto, a la altura del humor borrico de los Farrelly o de Sacha Baron Cohen, pero escondido tras el personaje de ficción. No contento con el taquillazo –y con la secuela de Ted en el horno–, MacFarlane mira al pasado para parodiar el western y sacarle punta al estilo (mortífero) de vida del Lejano Oeste. El resultado parecerá atrevido (y, en el peor de los casos, algo ridículo) para los que vayan al cine a ver simplemente una de vaqueros. Para sus seguidores, es Seth MacFarlane en estado puro: una sucesión de sketches, más propios de sus series, deslavazados sobre todo al inicio de la película, con el propio creador dando la cara por primera vez. Aquí no hay máscara, ni medias tintas. Es como ver mover los labios al ventrílocuo, como descubrir al hombre detrás de la cortina. La voz es la del perro Brian, la del niño Stewie, la del oso Ted, todos el mismo cínico personaje, pero con un barniz de bondad, impropio de la época. Dándole la vuelta a clásicos como Cometieron dos errores, con Clint Eastwood, con paisajes dignos de los filmes de John Ford, MacFarlane nos recuerda en los créditos a Sillas de montar calientes, incluyendo el cameo del año (no podía faltar su admirada Regreso al futuro III). La excusa de Mil maneras… es una forma de coexistencia que, sacada fuera de contexto y analizada por una mente actual, resulta un gag en sí misma. Para ello, MacFarlane llama a sus amigos –a lo Adam Sandler/Seth Rogen elige para su aventura a la más guapa, Charlize Theron–, disfruta riéndose de sus propios chistes y nos embauca… si nos dejamos [Critica publicada en Cinemanía de julio] El viernes 4 de julio estreno en España.

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