Big Bad Wolves (2013, Israel), de Aharon Keshales y Navot Papushado.
La
aparición del cadáver de una niña apunta a un sospechoso, que sale
libre. Un policía y el padre de la niña se tomarán la justicia por su
mano.
Opinión. Que Tarantino haya dicho que es la peli que
más le ha gustado de 2013 ha creado un hype y también que se
mire con lupa. Comienza como un cuento, con unas imágenes muy bonitas,
paradójicamente, de la desaparición de una niña (el lobo del título),
para meternos de lleno en el horror, protagonizado por un padre
vengativo y dolorosamente frío y un policía a lo Harry el Sucio, tan
chulo como torpe. Violencia explícita toda, especialmente en una larga y
agónica escena de tortura, que a más de uno le hará dejar de mirar la
pantalla. La mezcla de cine USA (pienso en Lovely Bones por el vecino
que pasa desapercibido o en Prisioneros por ese padre al límite, incluso en La caza, con ese sospechoso libre pero al que todos creen culpable) con el
cine de terror asiático (las escenas de torturas) crean momentos de gran
tensión, rotos con diálogos surrealistas o toques gamberros en el
momento más inoportuno (a los torturadores los llama Los tres chiflados, por ejemplo). Los directores habían rodado Rabies (2010) con
un asesino loco suelto en medio de una reserva natural llena de trampas
por la que pululan varios personajes. Aquí el escenario principal
también es una casa aislada primero y luego un sótano, con las consecuencias del abuso de poder de
fondo. La imprevisibilidad es su mejor baza, a brochazos se nos muestra
mucho con muy poco. No creo que sea para todos los públicos, pero tiene
chicha para ser una peli de culto y, cómo no, posible fuente para un
remake.
Con spoilers.
Como en Lovely Bones, el sospechoso, a pesar de
no parecer un criminal, cae mal, cuando debería haber sido al
contrario. Que la hija del poli se vaya con él tras su clase de ballet no se entiende. Hay una tensión implícita con el tema árabe-israelí que pensé
iba a ir a más y no es así. Pero, en general, me parece difícil ofrecer
una trama manida desde otro punto de vista. La relación del padre
vengativo con el suyo aún peor tiene miga o ese final acongojante en el
que te das cuenta de que la venganza no lleva nunca a ninguna parte.
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