Lets talk about sex, cantaban las raperas Salt-n-Pepa a principios de los 90. Sí, hablar de sexo está muy bien. Reúne en pantalla a unas cuantas amigas que será de lo único de lo que hablen. De sexo y de hombres. Como dice Lena Dunham en los extras del dvd de la primera temporada de Girls: “En las comedias románticas detesto que las chicas hablen de mamadas y del asco que les dan los huevos”.
Si Girls nació en 2012 como contrapunto a Sexo en Nueva York –”a los 20 años el sexo es el campo de batalla donde se interpretan muchas cosas”, afirma Dunham–, la última sensación televisada se llama Masters of Sex, paradójicamente ambientada en los años 50. Lizzy Caplan interpreta a la liberal Virginia Johnson, precursora, junto a Williams Masters, del estudio de la sexualidad femenina, algo que 60 años después parece seguir siendo un tema tabú. La guerra había dado acceso a las mujeres a los puestos dejados por los hombres y también a cierta libertad en las relaciones sexuales. “El amor de tu vida siempre tiene más que ver con el momento y el lugar que con cualquier otra cosa”, llega a decir Virginia en el libro, tras romper con su prometido. Algo con lo que se pretende argumentar su posterior conducta.
Algo que en las series de televisión donde las mujeres deciden que el amor no es indispensable para mantener encuentros esporádicos sucede a menudo: cómo los guionistas intentan justificar un comportamiento más propio de hombres. Ni por esas. Cuando Nurse Jackie, la enfermera casada que se acuesta con un compañero del hospital, se estrenó en 2009, el crítico Brent Bozell afirmó: “Showtime no tuvo éxito con ‘Servicio completo (Secret Diary of a Call Girl)’, por lo que ahora están probando una clase diferente de prostituta” y llamó al personaje interpretado por Edie Falco “sucia degenerada”. O leer de forma despectiva en The Hollywood Reporter en 2011, cómo Dos chicas sin blanca, de Whitney Cummings, era una serie “con al menos un chiste de vagina por episodio”. Sorprendente. Más aún cuando este tipo de mujeres no sólo no han desaparecido sino que se han hecho mucho más fuertes. Para justificar, por ejemplo, que Sloan (Olivia Munn) en The Newsroom hable más del techo de deuda que de sí misma –ella asume que es “socialmente inepta”– nos invitan a creer que a pocos días de su boda su novio le fue infiel. Cuando un compañero del telediario le pregunta, evidentemente sorprendido, por qué continúa soltera, ella se muestra a la defensiva: “Os intimida mi inteligencia”. Cuando el colega insiste, ella, sin apenas pestañear, le responde: “Nunca me has pedido salir”.
Esa conducta sin tabúes, hasta ahora más propia de las secundarias con las que se arriesga más, se ha colado también entre las protagonistas. La detective Sonya Cross (Diane Kruger) en The Bridge rechaza la invitación a un trago de un tipo guapo en un bar. Obviamente, el hombre se aleja, pero ella le sigue y le espeta: “¿Por qué te has largado? Es que no quería beber… ¿quieres follar conmigo?”. Esa brutal honestidad se ‘suaviza’ porque el personaje sufre de Asperger. Algo similar ocurre con la agente de la CIA, Carrie Mathison (Claire Danes), que al dejarse de medicar por su trastorno bipolar, se liga a un tipo en un súper porque le recuerda al pelirrojo sargento Brody. La única mujer ‘normal’, la detective Stella Gibson (Gillian Anderson) de The Fall, antes de saber el número de placa de su nuevo colega ya se le está insinuando para acostarse con él esa misma noche. Tres populares actrices –tal vez, por ello– como sugerentes ‘maestras del sexo’ (cierto es que la pauta se ve deslucida al ser las tres policías). A veces, ocurre lo contrario, exagerando esa elección sexual, con las jóvenes brujas de American Horror Story Coven (casi ninfómanas) o en Modern Family, con el personaje de Elizabeh Banks, tan desinhibida, que su propios amigos gays se asustan.
+Secundarias robaplanos.
+La revolución sexual televisada.
2 comentarios:
Tus análisis me van a servir para demostrar como un misógino se cree intelectual y vive entre mujeres, criticandolas y odiandolas en las clases que doy de esi. Nunca mejor retratado el despecho como en tus "análisis". Felicitaciones
Jodeme que sos mujer? Caiste en la trampa y tan fácil. Hiciste un pozo y te enterraste sola Marilo. Que feo que seas mujer y hables así de mujeres. Horrible. Asqueroso. Ojalá dejes de enterrarte viva y pienses que también como mujer sos persona y no sólo los hombres lo son. Todo muy raro.
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