Durante ocho temporadas, de 1967 a 1975, Raymond Burr les hizo creer a los telespectadores de entonces que un detective en silla de ruedas era posible, aunque tuviera que rodar por las empinadas calles de San Francisco. Ironside de la NBC se transformó así en uno de los personajes míticos de la televisión. Casi cuarenta años después, el mismo canal estrena el piloto del remake (ambientado en Nueva York) protagonizado por un actor negro, cachas y muy sexy, Blair Underwood, que nada tiene que ver con aquel en apariencia. El temperamento es otra cosa, porque Ironside siempre será muy chulo, que para eso debe de compensar sus limitaciones físicas.
En el propio piloto uno de los criminales comenta jocoso qué mal debe de estar el cuerpo de policía para que haya un tipo lisiado como él al frente de un equipo. Algo que todos nos preguntamos porque no cuela. Por eso, en los primeros minutos asistimos a una escena en la que este detective demuestra ser una especie de Vic Mackey, el prota de The Shield, pero sin piernas. No hace caso a nadie, presume de guiarse por sus propias reglas y tiene a su jefe, alguien que desconfiaba de él, en palmitas tras solucionar un par de casos como el que se casca un crucigrama sentado en el váter. Rápidamente también, a base de flashbacks, se nos aclara cómo Ironside ha llegado a estar en esa situación.
El personaje, un tanto contradictorio, parece haberlo superado, aceptar su condición irreversible. De hecho llega a decirle a uno de los malos: "Mi antiguo yo te hubiera dado de hostias, pero ahora no tengo prisa". Pero no es así. En una interpretación sobreactuadísima de Underwood comprendemos que la mala hostia seguirá ahí por mucho tiempo. Al fin y al cabo, aunque fue un accidente, fue un criminal el que por su culpa le dejó así. En esta trama tiene que ver su ex compañero, interpretado por Brent Sexton (The Killing) cuyas caras lastimeras siempre me molan mucho. Ironside intenta convencerle de que es él un lisiado, pero… emocional. Me ha encantado el concepto. Como el de 'flowers parties', esas fiestas orgiásticas que montan los albaneses. Alucino.
Al final de cada episodio como en la serie original, Ironside se bebe un vaso de bourbon.
Lo mejor de Ironside es el tono fantasmita de su prota mezclado con un sex appeal apabullante, como si Ironside fuera Shaft en silla de ruedas. Entrena a un equipo de hockey y liga como el que más (las balas no le cortaron el grifo), así que el tío es la leche a pesar de sus limitaciones. Y también los cameos, aunque esperemos que no canten tanto como en el piloto, en el que vemos a Brian d'Arcy, el marido de la prota de Smash, y sabemos por dónde va.
Lo peor de Ironside es que le acompaña un equipo de tres polis estereotipados: la chica rubia que se codea con los bajos fondos (Spencer Grammer, la hija de Kelsey 'Frasier' Grammer); el listillo, que antes fue broker (Neal Bledsoe, también de Smash, aprovechando las amistades) y el borrico (el mejor), que ayuda a Ironside en lo físico y que se salta las normas (Pablo Schreiber, el poli bigotudo de Orange is the New Black). Ojalá a Schreiber le dieran ya una serie protagonizada por él. El jefe asiático completa el forzado mapa multirracial para contentar a todos.
Aunque el piloto es correcto (qué obsesión por las tomas desde las alturas), no la seguiré viendo porque está pensada para ver en cada episodio cómo este superhéroe soluciona los casos y ya me aburren un poco las series al estilo CSI. Y de superación personal (hola, ¿Disney?). Se estrena el 2 de octubre, aunque el piloto ya se puede ver.
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