Pienso en Neil Arsmtrong cuando veo El mayordomo con la exultante victoria de Obama. “Éste es un pequeño paso para un hombre…”. Pequeños pasos también los de los hombres negros, anónimos, en la lucha por los derechos civiles. No siempre fueron activistas, que recibían palos o se jugaban la vida por sus ideales. Negros como estos mayordomos, que se habían educado para servir en una situación privilegiada (la Casa Blanca, gran metáfora del filme) sin pretenderlo también contribuían a acelerar el proceso. Otras generaciones, las que mamaron primero el perdón de Luther King y después la agresividad de Malcolm X, no entendían a estos tío Tom, negros vendidos como Sidney Poitier, por ejemplo. Choca escucharlo en el filme, como tantas otras cosas. La película recalca, en general, la cobardía nacida de la ignorancia, la tolerancia surgida del miedo. En su propósito, se abarcan décadas de la historia americana, con mayor o menor fortuna, y Lee Daniels (cuya Precious me gustó, aunque tenía sus pequeñas cosas, hasta salió en Los Simpson) se empecina en mostrar cuán equivocados estuvieron algunos de sus protagonistas. Aunque condense muchas historias en una, El mayordomo se vertebra sobre la delicada relación entre un padre (el sirviente) y su hijo (el activista), dos generaciones con una idea del sueño americano opuesta, pero no por ello menos válida. Daniels da bandazos, escarbando en la incomprensión de un país y extrapolándolo a esta familia, pero su odisea resulta entretenida, en parte gracias a los secundarios, como la bravísima Oprah Winfrey (se come a un excesivamente apocado Forest Whitaker). De la Casa Blanca a la casa familiar, de los presidentes que escuchaban al servicio al hijo Pantera Negra que no escucha. Daniels no siempre, aunque lo intente, escapa de la caricatura (esa esclava interpretada por su amiga Mariah Carey, la nariz de John Cusack, algunos primeros planos de las ojeras de Oprah) y cae en la sensiblería y el exceso en varias ocasiones. Pero como ocurría con Forrest Gump –no por lo cómico, sino porque a pocos personajes les pasan tantas cosas– el filme está pensado para los Oscar. Y podría triunfar.
[Crítica y reportaje en Cinemanía octubre]
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