22.5.13

Mad Men 6x8 Trainspotting Draper y algo de claqué

Ella, la The Good Wife de Mad Men, ascensores y calzoncillos limpios
(con spoilers obviamente) Don no es nada si no le necesitan. Su ex mujer (Betty) se ha vuelto a casar. Su pupila (Peggy) prefiere al otro jefe, a Ted. Su mujer (Megan) es una estrella de la televisión que sigue ascendiendo. Y su amante va y le deja. Don nunca se ha sentido tan solo. Don vivió entre mujeres, putas, en su adolescencia. Entre tosido y tosido, y paja y paja intentaba comprenderlas. También cuando su madre le atiza en la cabeza por convertirse en hombre sin proponérselo. La mujer para Don era su refugio y creó una especie de codependencia. No es la primera vez que dejaban a Don, pero la vecina es la horma de su zapato. Es una tía de edad, casada, que prefiere al otro, que, además, rompe de raiz. No quiere saber nada de Don. En el anterior episodio intentó dominarla, dominar la situación, pero le salió mal. Y cuando le dejan..., ¿qué hace Don? Fuma un cigarro tras otro, dejando su huella en la puerta, poniendo en peligro el matrimonio de ella. Don es egoísta. Cuando regresa a la oficina se siente fuera de lugar. Los jóvenes se enrollan de maravilla con Ted, pero él está más Old Fashioned que nunca. Podía haber bebido, pero no lo hace, prefiere experimentar, aunque él no lo sepa. Mientras Sterling, en aquel magnífico episodio, se dejaba llevar por el LSD, Don se inyecta en vena lo que parece ser cocaína (dicen complejo vitamínico, pero flipa). Durante varios días (que él cree unas horas) se mantiene despierto, colocado, con la cabeza a mil por hora, cree haber encontrado la clave de la felicidad. Pobre. Ésa es la bajada a los infiernos que nos pronosticó Matthew Weiner en el primer episodio de la temporada, cuando Don leía el libro de Dante en Hawai (ojo Sally aparece en éste leyendo La semilla del diablo). Es su funeral, aunque veamos el de otro. La alucinación de Don es tan poderosa que cuando empieza a desintoxicarse de la enigmática sustancia también lo hace de su vecina. Esa mujer que se le ha metido en el cuerpo como heroína. Cuando acaban los efectos, se acaba el pasado de Don, que vuelve a casa. Al día siguiente es otra persona, se reencuentra en el ascensor (muy The Good Wife esto) con una inyección con faldas pero la rechaza. Don está limpio, ya no sufre por desamor, qué rapidez, tan rápido en olvidar como el movimiento de pies de Ken Cosgrove al marcarse un claqué delante de Don que ni Fred Astaire.

Lo mejor de un episodio deslavazado, en el que priman las escenas como si fueran sketches del Saturday Night Men. Si Sterling hace gracia, Don me provoca rechazo. No entiendo qué grandeza pretende insuflarle Weiner con semejantes escenas vergonzosas. Hasta Jon Hamm no sabe cómo sacar adelante a su personaje en algunos momentos. Se le nota incómodo. Los personajes a su alrededor dejan de existir, como si fuera un tornado que lo arrasa todo. Como decía por Twitter, Don no es Tony Soprano aunque tenga el apodo mafioso y Weiner intente, nostálgico, recuperarlo. Cuando Tony Soprano se desvanecía veiamos al elefante herido. Cuando lo hace Don Draper sólo veo a un fantoche trajeado y caprichoso. Don está estancado como personaje. Don parece Homer Simpson, simplón. Don no es Sterling a lo gonzo, Don está mayor, no entiende ni se entiende. Weiner se pierde en las anécdotas, en el ángulo de cámara. Don sufre un Trainspotting del que Danny Boyle estaría muy orgulloso. Sólo falta Rumplestikin. O que Don deje de beber y vuelva con Betty. Lo que necesita Don Draper es que le inyecten leche de amapola. Esos sofocos menopausicos son ridículos. Y al final se desmaya, se bloquea, y decide comenzar de cero. Ha puesto en peligro la vida de su hija, a la que quita toda la culpa de haber confiado en la negra ladrona, la que dice ser su madre... Y como en Homeland el padre cambia por la niña de sus ojos. Y ahora, ¿qué? ¿A quién intentará seducir Don esta vez? ¿Volverá Betty a su vida, ahora que ha vuelto a ser rubia y esbelta? ¿Pretenderá que Peggy se aleje de Ted por él? Lo veremos. Porque, a pesar de todo, seguiré viendo Mad Men.

No hay comentarios: