23.10.12

Series que dan miedo: 666 Park Avenue, American Horror Story, Alfred Hitchcock presenta, The Twilight Zone...


Al terminar cada episodio de Alfred Hitchcock presenta... el orondo director siempre nos aseguraba, no sin cierta sorna, que el culpable del crimen finalmente había recibido su castigo. ¿Que parecía que se había salido con la suya? Ni hablar. El crimen perfecto, nos venía a insistir, no existía en los años 50. Eran tiempos de felicidad ingenua. El televisor, ojo, era igual de peligroso que el arma homicida. A pesar de las limitaciones moralistas, Hitchcock le dio la importancia que se merecía al medio y produjo algunas de las mejores historias de suspense de la televisión.  

Si el retorcido inglés hubiera conocido sesenta años después a Ryan Murphy habría llorado de la emoción. El piloto de American Horror Story asusta de verdad, es el horror con mayúsculas, una joya del suspense, que te mantiene clavado a la silla conteniendo la respiración. El creador de Glee se olvidó de los pompones y sacó a relucir su toque más macabro ya vislumbrado en la aséptica Nip/Tuck, obsequiándonos con una galería magistral de personajes (enorme Jessica Lange, como Constance), a cada cual más tortuoso y maquiavélico. Esta historia de terror americana bebe de algunas míticas películas de género (Amenaza en la sombra, La semilla del diablo, Terror al anochecer) y de la serie de los 60 Dark Shadows, cuya familia disfuncional con su popular vampiro ha sido llevado al cine este año por otro fan del género, Tim Burton.


El esperadísimo estreno de la segunda temporada (American Horror Story: Asylum) viene precedido por una inusual concepción de la trama, que nada tiene que ver con lo emitido anteriormente. Al violador del más allá Rubber Man le sustituye Bloody Face, un siniestro serial killer. El mal se traslada de la casa de la familia Harmon a un inquietante psiquiátrico, un lugar ideal que ya exploró, salvando las distancias, Stephen King en Hospital Kingdom (2004), versión USA de The Kingdom, de Lars von Trier.

¿Se agradece este cambio de baraja? Sin duda. Porque las historias de lo sobrenatural nunca dejan de sorprendernos. Con Expediente X hubo hasta quien se las creyó. Y porque se saborean mejor en pequeñas porciones. Como en Historias de la cripta, que vino a confirmar que terror y humor no están reñidos (que se lo digan a Hitchcock y Stephen King). O incluso en dibujos animados: no hay episodio más seguido (y no sólo por sus fans) que el Treehouse of Terror de Los Simpson, ración anual del lado más canalla de Matt Groening

Si American Horror Story nos devolvió la ilusión por un género que no se prodiga mucho en televisión, 666 Park Avenue ha venido a consagrarlo. El peligro de vender el alma al diablo nos lo mostró entre risas la simpática Reaper (inquietante la elección para interpretar a Satán del padre de la Laura Palmer de Twin Peaks). Pero si decimos que Terry O’Quinn, aka Locke, con esa mirada penetrante que asusta, maneja los hilos de este exclusivo edificio de Manhattan, las cosas cambian.

Sin desprenderse de ese halo misterioso del que ya hacía gala en Perdidos –J. J. Abrams resucitó en 2004 el misterio en estado puro, con la isla más hipnótica de la televisión– campa a sus anchas por las habitaciones y vidas de sus inquilinos, despistando con su ambiguedad y creando a través de sus patéticas ambiciones altas expectativas que casi nunca se cumplen. Los Doran (O’Quinn y señora, Vanessa Williams) podrían haber protagonizado alguna de las fantásticas historias de The Twilight Zone, la popular saga que siempre tenía lugar en los límites de la realidad, y que tanto echo de menos: una dimensión “desconocida” que me encantaría que dejara de serlo.

[Texto publicado en el blog del Festival de Series de Canal+]

No hay comentarios: