4.9.12

Breaking Bad (primera mitad de la quinta temporada), el precio del poder

(con spoilers hasta el epi 5x8) Ya hemos llegado al ecuador de la última temporada de Breaking Bad, serie que se ha ido cociendo a fuego lento, atrayendo a nuevos adeptos y que se ha convertido en una de las imprescindibles. Mal lo tiene que hacer Vince Gilligan para que a estas alturas las peripecias del ambicioso Walter White me defrauden, pero he de confesar que los últimos episodios de esta quinta temporada me han puesto alerta. A Tony Soprano le conocían de lejos en su familia, sólo su hijo, por ser el más pequeño, alucinó y casi se suicida cuando descubrió que su padre era un asesino. Después de que Skyler se metiera en el ajo, pensé que el próximo sería también el hijo, pero los guionistas nos han puesto en bandeja al cuñado, agente de la DEA, que descubre mientras caga en baño ajeno que WW no era ni es Walt Whitman (ya lo barruntaba, sin saberlo, en el segundo episodio, cuando escuchaba al jefe contar la anécdota del "delante de mis narices"). Es como dejarnos con Debra viendo cómo su hermano Dexter mata.

La situación, muy cogida por los pelos (¿cómo va el discreto WW a dejarse el cuaderno de marras en el vater?) me lleva a pensar en lo peor. Ya nos han enseñado dónde esconden el dinero. Ya hemos visto que Walter ha zanjado su historia con Jesse, pagándole lo que le debía. Ya hemos escuchado al hijo hablar por teléfono pasando de su madre, siendo menos dependiente. Ya nos han dejado claro que Hank y su mujer podrían cuidar del bebé. Pero quedan aún ocho episodios más. Recordemos que la temporada arranca en el futuro, con Walter solo. Explicó Bryan Cranston en una entrevista que en ese momento el personaje se encontraba, efectivamente, solo; que volvía (¿de dónde?) para ayudar a alguien (¿a Jesse?) y que, muy probablemente, el cáncer habría vuelto (hasta Skyler lo deseaba en el cuarto episodio).

Jess, Saul y los calcetos del abogado.
 Ya lo comentamos en la mesa del Festival de Series, ¿cómo morirá Walter? No quiero que muera de cáncer, tiene que pagar por todo lo que ha hecho (me niego a la ambiguedad del final sopranesco), debe tener una muerte a lo Scarface, no sé si a manos de Jesse (recordemos, es el señor Rosa, ¿el superviviente?), de Hank o de alguien inesperado (¿la policía?). Lo ideal sería a manos de su propia familia, porque temerle le temen todos (¡si se ha cargado a nueve presos de un plumazo!, ejem). En el segundo episodio de esta temporada, cuando Skyler le da la espalda en la cama (y también en la vida), él insiste: "Cuando hacemos lo que hacemos por buenas razones no tenemos nada de lo que preocuparnos. Y no hay mejor motivo que la familia".

Lo que olvida el señor White es que lo que han hecho ya no se sostiene ni por buenas ni por malas razones. Jamás podrán gastarse el dinero que han acumulado. La mosca regresaba en este episodio para recordarle y recordarnos la paciencia que ha ido acumulando (¡qué gran episodio fue aquel de la mosca!). Y también la locura. Ya no es Walter White, es Heisenberg y su sombrero. Siempre escondido en los claroscuros de las habitaciones. En el tercer episodio, cuando aún vivía Mike, tuvo su gracia ver en la tele una escena de la antigua Los tres chiflados. Menos gracia, sobre todo para Skyler, fue ese guiño a Scarface, a su violencia extrema, mientras el hijo le preguntaba al padre: "¿Todo el mundo muere en esta película, ¿no?". Pues tal vez todo el mundo muera en Breaking Bad. No sé.

Cuidado con el rubio que mató a un niño y no le tiene miedo...
Heisenberg, su sombrero y la falta de discreción al comprar el lujoso coche en el cuarto episodio. Mientras Walter olvidaba al Jesse-hijo gracias a su verdadero hijo, Skyler se dejaba ahogar en la piscina. "Yo pensaba que tú eras el peligro", le escupe a Walter. Luego, los engaños (Walter implicando falsamente a Skyler, sorteando la culpa) y las extravagancias (¿robar un tren, matar a un crío?). Desde que Walter entró en el despacho de Hank, y le hizo un The Wire, éste tiene muchas cosas por enlazar, como los zapatos desparejados de la nueva socia, otra desequilibrada ambiciosa, tan siniestra y fría como Walter. Cómo intenta convencer a Jesse en el episodio seis de que continúe ("habrá tiempo suficiente para recuperar nuestras almas"), cómo Walter se quita por fin la máscara: "Estoy en el negocio de un imperio". Scarface de nuevo.

Skyler, alcohólica.
Cómo logra escabullirse siempre, como si tuviera mil vidas: desde una comida incómoda en la que Skyler se bebe todo el vino de la mesa (con Jesse pasándolo tan mal como el espectador) al arresto por la muñeca, estilo T Bag de Prison Break. Walter y su Coca-Cola, sus nuevos negocios, su impuesta soledad, su nuevo socio (ojo, que el rubio no le tiene miedo). "¿Cuánto es suficiente?", se pregunta por última vez.

Y se acabó, y ambos, el enfermo WW y la enamorada con síndrome de Estocolmo sonríen, como si la cara se les congelase. Hank, ¿por qué tuviste que estar en el momento y lugar equivocados? Walter, ¿cuál será el precio del poder?



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