1.9.12

Piloto. A touch of Clouth, exagerada parodia de series de detectives como The Killing, del creador de Black Mirror

Chiste malo. De estos, muchos.
Calla que no te veo. Aterriza como puedas. Hot Shots! Todas estas películas paródicas se me acumulaban en la cabeza a medida que veía el piloto de la británica A touch of Clouth. ¿El cebo? Que el creador es el mismo que el de las miniseries Dead Set y Black Mirror, Charlie Brooker. ¿El resultado? Un desmedido uso de la ironía para desmontar la seriedad de ciertas series policiacas estilo The Killing. El toque de Clouth, al que se refiere el título, es por el protagonista, el detective Clouth interpretado por John Hannah (Spartacus), un policía al que asesinaron a su mujer, aparentemente serio que no lo es en absoluto (tiene esa flemilla jocosa de House). En otras palabras, el Leslie Nielsen de Agárralo como puedas pero sin ser tan patoso. O el Simon Pegg de la película Arma fatal para el que todo lo inusual le parece de lo más normal. Le acompaña una policía lesbiana (Suranne Jones), un jefe que va de guaperas (en un coche de la policía que es un Mercedes customizado), una forense atractiva picada con la lesbiana y varios colegas, a cada cual más surrealista. El piloto se centra en la investigación de un serial killer, recreándose en las escenas del crimen, con exageradas salpicaduras de sangre y momentos realmente gore (leáse, el gato).
En el sofá de The Wire hay un pijo.
La escena del crimen es una barriada estilo el Baltimore de The Wire (de hecho, hasta sale el sillón donde se sientan los macarritas). Si no tienes ni idea te chocan muchas cosas al principio, te descolocan, cuando pillas la gracia te sonríes, pero a los 15 minutos ya cansa tanta broma.
John Hannah y su compi, mirada acero azul.
Y es una pena porque hay detalles y guiños realmente buenos, pero, en general, es una sobrada de gags, sin parar, uno detrás de otro, con diálogos con doble sentido y situaciones que llevan al enredo. Cuando terminé el piloto y no se había resuelto el crimen lo pensé: soy incapaz de continuar con esta serie, porque lo de menos es quién mató y por qué, total, va a ser otra tontería más. Queden para el recuerdo algunos gags que tienen su gracia.
La leche de las lesbianas modernas.

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