1.9.11
Crítica. Divorcio a la finlandesa, disparatada terapia de pareja
¿Por qué los finlandeses lo llaman amor cuando quieren decir sexo? Divorcio a la finlandesa podría colar como una de esas comedias francesas en las que sus protagonistas, aparentemente civilizados, se muestran impulsivos, celosos y caóticos al enfrentarse a un cambio radical en sus vidas, como puede ser un inminente divorcio. Sin embargo, Mika Kaurismäki mezcla de una forma disparatada y artificial varias relaciones, en apariencia desconectadas (y, cuando quiere hablar de amor, nos confunde con demasiadas escenas de cama, como si el sexo fuera la respuesta para todo). Por un lado, el susodicho divorcio entre un terapeuta familiar y una empresaria que ofrece clases de motivación. Ni el primero puede dar buenos consejos conyugales, ni la otra, hundida, las claves para encontrar la felicidad. A esta ex pareja –que decide convivir bajo el mismo techo a pesar de la separación–, se une una red de prostitución con una mujer estonia al frente, una muerte por accidente y una venganza que está a punto de acabar con los hipotéticos planes de reconciliación. La mayor parte de la película asistimos a un cruce lamentable de insultos, gritos y momentos histéricos de esta pareja que, digámoslo ya, nos cae mal. Si por separado son unos auténticos gañanes, juntos nos molestan y mucho. ¿Para qué juntarlos? La película se estrena mañana día 2 en España.
[Crítica publicada en el número de septiembre de Cinemanía]
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