
Me ha llamado la atención ver
a James Gandolfini, para los restos Tony Soprano, riéndose de esta guisa en el cartel de la obra de teatro
God of Carnage, de Yasmina Reza, que se representa en Nueva York desde finales del mes pasado. Junto a él, Jeff Daniels (que nunca me ha gustado por sosainas), Hope Davis (que siempre me resulta interesante) y Marcia Gay Harden (a quien odio desde su papel de reprimida religiosa en La niebla,
aquí mi dura crítica). Lo más curioso es que yo ví esta obra en el
teatro Alcázar, traducida aquí como
Un dios salvaje, y el papel de Gandolfini lo interpretaba
Pere Ponce. Daniels era Antonio Molero (
Los Serrano), su mujer, Davis, Aitana Sánchez Gijón, y la mujer del Soprano, Marcia Gay Harden, en la versión española, Maribel Verdú. Todo se reducía a un apasionado diálogo entre las dos parejas en el salón de la casa de una de ellas, a raiz de una trifulca entre sus hijos en el colegio. Y eso desembocaba en una trifulca pero entre los propios padres, descubriendo miserias varias.
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