No siempre es santo de mi devoción, pero comparto completamente la crítica de Boyero en El País de hoy de En el valle de Elah. Comencé la película con cierto resquemor (¿otra peli de Irak?), para verme en absoluto silencio, rumiando (como parece hacer aquí ese señor mayor que es Tommy Lee Jones) todo lo que acontece en la pantalla, para al final, enmudecer y decirme a mí misma: 'Esto es un puto peliculón'. En una película que está sostenida como un thriller clásico (alguien es asesinado, se busca al culpable) y cuyo protagonista no sabes si compadecer o animar, es revelador descubrir que lo de menos es el culpable del crimen, y que lo importante, tan obvio que se olvida, es que la guerra enloquece a cualquiera y crea verdaderos monstruos. Y no tiene moralina, porque lo de la bandera del revés creo que es una denuncia a un país que no es de viejos, como piensan los Coen, sino de un país en el que parece que todos estén ciegos.Esta secuencia, descrita de forma magistral por Boyero, resume el estado de un país al que, ante la guerra, da igual de la parte que esté, le flaquean las piernas.
He visto tres veces En el valle de Elah. Y siempre me ahogo y siento que llegan las lágrimas al ver en un impresionante plano fijo a un padre y una madre que se alejan por un pasillo, desolados, viejos, cojeando en las piernas y en el alma, sin consuelo, definitivamente rotos, abrazándose resignadamente en su compartida desolación.
*Entrevista de El País de hoy al director Paul Haggis, aquí.
*Crítica completa de Carlos Boyero aquí.
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