La camarera, tartas, celos y un embarazo

La camarera cuenta la historia de una camarera (Keri Russell, la prota de Felicity que aquí ha superenvejecido) que inventa pasteles riquísimos y los da nombres según su estado de ánimo (te recordará al ambiente de la serie Pushing Daisies). Su mayor ilusión es concursar para ganar un dinero con el que huir de su cabrón de marido (Jeremy Sisto, el novio de la hija pelirroja de A dos metros bajo tierra, se sale) que la ha dejado embarazada. Como en Lío embarazoso, el embarazo se produce tras una borrachera, aunque la camarera quiere tener al bebé desde el principio y lo único que se plantea es si debe enrollarse con su ginecólogo del que se ha enamorado (Nathan Fillion visto en Mujeres desesperadas y Perdidos).

La película es una maravilla. Las dos amigas de la camarera son una delicia: buscan también a su hombre y lo encuentran de la forma más tonta. Una es Cheryl Haines, la santa esposa de Larry David en el show que emite La Sexta (se me había pasado, gracias SerialKiller). La otra, la que se enamora de una cita a ciegas, es también la directora de la película, que murió asesinada tras el rodaje. En principio se pensó que era un suicidio (se la encontró su marido colgada del baño), pero tras una investigación se descubrió que había sido asesinada por un inmigrante ecuatoriano sin papeles que trabajaba en casa de su vecino. Ella bajó por los ruidos que estaba causando y amenazó con llamar a la policía. Un final muy triste, y sabiendo esta dramática historia al ver la película hay momentos que se te hace un nudo en el estómago. Pero que nadie se confunda. La camarera es una historia positiva y muy sensata en su planteamiento y desenlace, un cuento. El dueño de la cafetería, un anciano lector de horóscopos, es otro de los grandes aciertos de esta historia.

La camarera se estrena mañana.