Día cultureta con mamá. Vimos la expo en Casa Asia del japonés Takashi Murakami, creador también de la última portada del disco de Kanye West, Graduation. La expo ya se terminó y tambien tenían parte de Yoshitomo Nara (que me encanta) y Warhol, con una película. De allí fuimos a Prada a tope a bebernos un vinito y luego a El Caldero, restaurante de arroces exquisito en pleno Huertas. Pedimos una ensalada y arroz alicantino. Al lado nuestro se sentó Enrique del Pozo, con tres amigos más (¿alguno su novio? Ni idea). Con una de las amigas hablaba alternando en inglés o italiano. Comentaba que le habían encasquetado un romance con Julia Ormond y que se rió a gusto con el rumor (¿cómor?).
Tras una breve visita a la tienda del Thyssen (me hubiera llevado un conejo de cerámica de Durero multicolor superpop pero costaba la broma de 60 euros, y mi madre un paraguas de Van Gogh superkitsch) acabamos en la fila gratuita de las seis para entrar al Museo del Prado. No recuerdo la última vez que fuí. Mi madre, nunca. Así que, ademas de dar una vuelta por las salas, vimos la nueva zona en la que han colocado el claustro de Los Jerónimos, que es digno de ver, aunque resulta demasiado sobrio y frío.
Contar que pusimos una reclamación en el Prado por el comportamiento de una de las tías de la entrada, una borde contratada por una empresa privada de seguridad, que además de colar a dos personas por la cara, desinformar (pues decía que la entrada gratuita te da acceso a todas las exposiciones y es mentira) y abusar de su puesto con reproches y chulerías, tuvo la poca verguenza (cosa que le dije en toda la cara y la tía enmudeció) de decir que si ponía una reclamación no iba a pasar nada de nada, que les entraría por un oido y les saldría por el otro.
Del resto de la fila (todo turistas) nadie reclamó pero todo el mundo nos apoyó (así es el ser humano que vocifera pero no hace nada). No sólo pusimos una reclamación en conserjería (el funcionario nos dio el apoyo porque decía que es gente con contratos basura, pues que se dedique a otros temas que no sean de cara al público) sino que hablé personalmente con el jefe de todos los que curran allí, que es un tío que verás en la entrada con traje y walkie-talkie. Por lo menos bajó el hocico cosa que la otra absurda no hizo. Esta es la imagen que damos al exterior del Museo del Prado. Tiene cojones.
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