
Este finde me he dado atracón de Los Soprano. La sexta (y hasta ahora última) temporada es brutal.
Doce episodios que no dan tregua.
Junior dispara a Tony, entra en coma y vive una realidad paralela (dormido). Ahora valora más la vida.
El hijo de Tony (AJ) quiere vengarse matando al tío y al final trabaja en la construcción, donde se enrolla con una ¿puertorriqueña?, que tiene un hijo.
Carmela viaja a Paris y se queda embobada con el arte (muy paleta).
La hija (Meadow) se marcha a California a vivir con su novio el larguirucho.
El sobrino (Christopher) se casa y espera un hijo. Pero se enamora de una empresaria (interpretada por la enigmática Julianne Margulis), a la que había tirado los tejos el propio Tony, que no llega más por escrúpulos. Su mujer le cuidó durante el coma y se lo debe.
Entre los mafiosos, a Paulie (el de las canas en las sienes) le diagnostican un cáncer y descubre que su madre es su tía y que su verdadera madre (que muere) es una monja.
Tony y su hermana (Janice) hacen medio las paces. Al marido de Janice casi le saltan un ojo unos raperos macarras.
Lo más fuerte llega de la mano de Vito (el mafioso gordo y gay) que se ventilan por maricón básicamente. Una pena porque su historia con un village people de gran bigote era un brokeback mountain a lo mafias.
Mueren otros personajes, pero a Vito no se lo tenían que haber cargado. Una pena.
La temporada termina con una estampa inusual: toda la familia en Navidad en plan hogareño y feliz.
Continuará???
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