1.2.18

Altered Carbon, la Blade Runner de Netflix es intensa, erótica y muy violenta (opinión)

Netflix estrena el 2 de febrero su propia Blade Runner, inspirándose en la novela de Richard K. Morgan, Altered Carbon (2002). Aquí os cuento mi opinión de los dos primeros episodios.


Con la ambientación postapocalíptica de un futuro que no querríamos ver nadie de nuestro tiempo, al estilo Blade Runner, la ambiciosa Altered Carbon plantea las mismas cuestiones filosóficas sobre la vida y la muerte, la inmortalidad y el mal uso de la tecnología en el futuro (sí, a lo Black Mirror). Sin embargo, éstas son cuestiones que se van lanzando, pero sin entrar a analizar en profundidad su significado. Tampoco es que sea necesario si eres un espectador perspicaz y curioso, pero, sobre todo, paciente y atento. En Altered Carbon lo importante es recrear este mundo angustioso y seguir al protagonista en la investigación de un crimen. Hasta él mismo asegura, en un momento dado, que hay que dejarse llevar.

Takeshi Kovacs, un soldado-mercenario asiático y que se defiende mejor que Bruce Lee, es asesinado y resucitado en el cuerpo (o fundas, "sleeves") de otra persona, un tal Elias Ryker con el cuerpazo XXL de Joel Kinnaman (hay quien dirá que han hecho un Ghost in the Shell). Este trasvase de un cuerpo a otro es de lo más normal y el cuerpo que te endosan no tiene por qué ser como eras antes, es decir, Bruce Lee se convierte en una especie de Thor blanco para entendernos. O una niña en una anciana o una señora de Cuenca en Bárcenas. Es decir, si te mueres tu resurrección es una lotería. Sólo los más poderosos pueden elegir su estuche exterior o permanecer en el mismo siempre.

Uno de esos tipos adinerados, o por no decir el que más pasta debe de tener de la Tierra, un tal Laurens Bancroft (James Purefoy), que tiene nombre de mujer, contratará a Kovacs para resolver un enigmático crimen: el de su propio asesinato. ¿Cómo te quedas? Esto tiene su miga que tendrás que ver e intentar entender porque uno de los problemas de Altered Carbon es que en los dos primeros episodios (sobre todo, el primero, pero tampoco es que baje mucho el ritmo luego) la dosis de información es brutal. Nos tienen que recrear todo un universo que no existe, con sus leyes, sus personajes, etc. Entras por el aro (si te interesa el tema, claro) porque Kovacs parece Fry en Futurama. Él es el primero que no entiende nada de este nuevo mundo desconocido, se asombra de lo mismo que tú y además, hace chascarrillos sin caer en el ridículo. En vez del robot Bender, pues cuenta con un enigmático personaje llamado Poe, que también tiene su aquel.

El leit motiv de la serie es que en el futuro se puede resucitar gracias a unas pilas ("stacks") que se insertan en la nuca. Para tipos como Bancroft es un chollo: ha vivido durante siglos, en una aparente felicidad, sin envejecer y con una mujer también estupenda (a destacar en el segundo episodio el desnudo integral de James Purefoy y su señora esposa (Kristen Lehman), en diferentes tomas). Pero, parece ser que, a veces, la inmortalidad puede resultar un castigo. Ese punto temerario de Kovacs es lo que más mola porque no tiene miedo a morir, fuma como un poseso, no le gusta el cuerpo que le han agendado, ni su propósito en la vida. Unos asesinos le quieren dar caza, la policía le persigue y está hartito de respirar. En esto parece muy español: está encabronado y se queja cada dos por tres, aunque luego sea puro cinismo y todo se solucione con unas cañas.

Está tan perdido que una ex fantasmal se le aparece como una especie de guía que le va indicando lo que hacer. Con ganas de romper con todo Kovacs se hospeda en el hotel El cuervo, un tugurio regentado por un tipo que obviamente se llama Poe por Edgar. Este singular personaje le ayudará en sus pesquisas, también una estereotipada policía hispana, Kristin Ortega (Martha Higareda) con la que tiene una tensión sexual muy chunga y que habla en español con su madre (muy a lo Jane the Virgin) o cuando se encabrona (algo que comparte con Kovacs).

En resumen, Altered Carbon es una propuesta contundente, se han dejado la pasta en los efectos especiales y es muy entretenida, a su ritmo, en la que hay que tragar con innumerables datos que no siempre se entienden bien, pero que conforman ese universo dantesco en el que el hombre es un dios patético, que ha logrado la inmortalidad anteponiendo la tecnología a su propia alma. Porque, por ejemplo, siendo inmortal te cansarás de tu pareja. Altered Carbon, en este aspecto, muestra un futuro sórdido, donde la prostitución parece ser la única vía de escape, y las drogas sintéticas. Lo cual es bastante triste: la tecnología avanza pero el ser humano sigue siendo un mono inteligente, en busca de placeres prohibidos.

Unido al sexo, la violencia. Nadie parece estar a salvo en ese mundo agresivo y brutal en el que te pueden matar y meterte en el cuerpo que quieran. O eliminarte para siempre que también es posible. En ocasiones, todo resulta tan frío y complejo, que me recuerda a Westworld: aquí no hay robots, pero como si lo fuéramos. El toque violento es lo que me echa para atrás (sobre todo en el primer episodio, dirigido, ojo, por Miguel Sapochnik, de Juego de tronos), pero el personaje de Kovacs me mantiene atrapada en esta historia intensa, erótica y violenta y con su misma ignorancia quiero seguir sabiendo más. Altered Carbon es el primero de tres libros, así que si les funciona tenemos serie para rato.



Horarios de la exposición
Ciento y pico
(Calle Velarde, 14. 28004, Madrid)
Viernes 2 de 12 a 20
Sábado 3 de 12 a 20
Domingo 4 de 12 a 20

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me ha parecido malisima

Mariló García dijo...

escribí sobre los dos primeros episodios, pero no he seguido viéndola. Intenté destacar lo bueno, para alguien que le pudiera interesar de verdad.