Todo el mundo habla de la PCR anal, el test chino que dicen es más efectivo para el covid. Pero hace unos meses ya lo vimos en una película aunque pudiera pasar desapercibido entre tanto gag anti-Trump. En la segunda entrega de Borat (Borat película film secuela - Borat Subsequent Moviefilm: Delivery of Prodigious Bribe to American Regime for Make Benefit Once Glorious Nation of Kazakhstan), casi al final de la película, vemos a un grupo de paisanos de Borat (Sacha Baron Cohen) que hacen fila para hacerse un test de antígenos por la boca, pero en un momento dado a uno de ellos le meten el palo por el culo, sin explicar muy bien el porqué. Sin saberlo, Sacha Baron Cohen estaba dando una pista hace meses de cómo podía acabar el tema del coronavirus. El chiste continúa, pues tras sacarle el palo del ano, se lo limpia en la camisa y se lo mete al siguiente en la boca, como si se tratarse de un termómetro reutilizable. Vale que seguramente se trate de un termómetro con el que se toma la temperatura, pero visto ahora tiene aun más gracia.
Esta peli critica tantas cosas que es imposible enumerar todas ellas. Recuerdo cuando vi la primera entrega en el cine, no me la esperaba y casi me muero de la risa, de lo obscena que era. Tal y como está el patio ahora, la secuela de Borat le pega al puritanismo en toda la boca. Las peripecias se trasladan de nuevo a esa América ignorante que cree en la religión, en Donald Trump o en las fake news sin pararse a pensar por sí misma. Esta vez, Borat se acompaña de su hija (interpretada con la misma poca verguenza que él por Maria Bakalova), a la que transforma porque quiere regalarla a Michael Pence, el vicepresidente de Trump. La chica imitando a una reportera acaba en la cama con nada menos que Giuliani y en ese momento entra Sacha Baron Cohen vestido con un salto de cama creo que más para cortar una situación realmente lamentable. Creo que este es el gran momentazo de la película, un minuto más y Giuliani la mete mano fijo.
En Jimmy Kimmel salieron los dos en octubre, de coña
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