(puede contener spoilers de la serie) Hace tiempo leí el libro La cúpula, de Stephen King.
Cualquiera que lo haya hecho coincidirá conmigo en que es una historia ideal
para trasladarla a formato miniserie. Numerosos misterios, empezando por esa
‘cúpula’ que se instala sobre un pueblo y lo aisla, y una variedad de personajes a los que
no les queda otra que convivir por obligación. En vez de la isla lostiana
tenemos Chester’s Mill: de allí es imposible salir. Y en vez de J. J. Abrams
tenemos a Steven Spielberg, que en televisión ya casi como que es lo mismo.
El
creador de Under the Dome es Brian K. Vaughan, guionista de Perdidos, y uno de
los productores, mi admirado Jack Bender, uno de los mejores directores de la
serie. Si a esto le añadimos que produce el propio Stephen King tendremos, en
principio, un producto potente entre manos, fabricado a gusto de los
interesados que conocen a la perfección cómo tocar los resortes del espectador
con una historia planteada desde la ficción (¿qué es esa cúpula?) pero que se
centra en sentimientos universales.
Si no recuerdo mal el libro, el piloto es fiel a sus
primeros episodios. La cúpula no corta una vaca en dos, es cierto, pero la
interacción entre personajes y la trama central permanece. Nunca me habría
imaginado a Dean Norris, el Hank de Breaking Bad, como Big Jim, pero me ha
chiflado Alexander Koch como el guapo y sociópata Junior, su hijo.
La maldad
existe en este pequeño pueblo, no viene del exterior, se encuentra allí.
Barbie, ex militar (el guapo Mike Vogel) mata al marido de
Norrie (la pelirroja Rachelle Lefevre), la periodista inquieta. Quería huir
pero se queda atrapado. La tensión sexual es evidente, pero hacen tan buena
pareja que molan mucho.
Junior secuestra a la enfermera Angie (Britt Robertson), una
chavala que le ha dado calabazas y que, sin querer, saca lo peor de él.
Big Jim, el concejal, se trae algo entre manos con el cura
(Ned Bellamy), de físico siniestro, y Duke, el sheriff, interpretado por Jeff
Fahey (Lapidus en Perdidos), el cameo estrella. Este trío con poder maneja los
hilos de Chester’s Mill hasta que llega la cúpula.
Las cosas comienzan a cambiar, en el piloto, de forma
acelerada. De ahí que en el segundo, la acción repose en cierta manera, aunque
a mí también me gustó mucho. Se puede sacar punta, claro, a situaciones un poco
absurdas, como que el cura queme así la casa o que Junior se enfrente a Barbie
por unos celos incontrolados.
Cuando la comunicación con el exterior desaparece, se
suceden las mejores escenas. Y esto es muy pronto, así que la serie arranca con
mucha fuerza, y no pierdo interés. La cúpula ofrece escenas impactantes: ese
camión que queda destrozado contra la barrera invisible, esa mujer con el brazo mutilado, el
avión que desaparece, la electricidad que desprende…
Mientras se pierde el contacto con el exterior, y también
con la realidad, en una emisora de radio siguen emitiendo y desvelando lo que
el Gobierno quiere ocultar, aunque no sepamos realmente lo que pasa. Allí vemos
a la gordita Dodee (Joele Purdy) y al reggaeman Phil (Nicholas Strong).
Todos
son parejas en este microecosistema, todos se mueven de dos en dos.
La policía Linda (Natalie Martínez) echa de menos a su
prometido, un bombero, que se ha quedado al otro lado; y hay unos hermanos con
cuyos padres ya no podrán contar. No es el fin del mundo, pero casi, y todos estos
personajes deberán aprender a sobrevivir casi de cero, con lo poco que les
queda, mientras desde fuera intentan recuperar la normalidad. Como ya hemos
visto en The Fosters, hay una pareja de lesbianas interracial (esta vez con una
hija enferma). Personajes en general cuyas vidas me interesan.
Lo mejor de Under the Dome es que es una serie para el
verano, ideal para pasar un buen rato, con su dosis de misterios (¿nos meterán
guiños lostianos? habrá que estar al tanto), personajes interesantes cuyas
interacciones pueden sorprender y escenas que visualmente son muy poderosas. Ese
gran enigma (por qué aparece la cúpula, qué es) podría crear mil teorías
interesantes, pero no nos arriesguemos. No sé si el fina será igual que en el libro,
pero lo que espero es que no se ‘inventen’ algo que no es, a gusto del público yanki.
Lo peor de la serie es que se enreden en más enigmas y
estiren el chicle hasta parecernos cansinos. En un espacio tan reducido donde
no pueden aparecer más personajes, esos son los que son, y son ellos los que
nos tienen que enganchar desde ya. También le perjudica que nos suene la
historia por la peli de Los Simpson o que haya series muy parecidas, como Revolution,
The Walking Dead y compañía donde un grupo de personajes intenta sobrevivir
ante un cambio brusco en sus vidas.
Para saber más de Under the Dome.
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