Los premios la han puesto en el punto de mira y estará en prácticamente en todas las listas de las mejores películas de terror del año (y en algún ranking general). Fue la mejor película de este año en el Festival de Sitges. Ganó el Oso de Plata en Berlín por “su sobresaliente contribución artística”. En los premios del Cine Europeo se llevó mejor vestuario. Austria la presenta a los Oscar 2025.
Los hechos transcurren en el siglo XVIII, un poco al estilo de La bruja. Hay una comarca con su bosque, su río, sus cabañas y sus tradiciones. El baño del diablo es un filme de pequeños impactos y juega con lo que más duele. Una mujer tira a un bebé a una catarata. Lo mata de forma cruel. ¿Por qué? La duda sobrevuela toda la película. En este pueblo hablan poco, muy poco. A esta mujer la castigan por lo que ha hecho. Ojo, a plena luz del día y luego se entrega para que hagan lo que quieran con ella. Y, claro está, el ojo por ojo es la respuesta. Y la exhiben, torturada, como algo de lo más normal. La tradición. Esto es folk terror, ¿qué quieres? Pero la película no irá por aquí. Esto ocurre en los primeros minutos de un filme lleno de silencios, de imágenes portentosas, de paisajes alucinantes. La foto es una maravilla, parecen cuadros, pura poesía. Los directores son capaces de combinar el estilo más sublime y bello con las más macabras pesadillas, escenas que se quedan marcadas, como la imagen del cartel, con la protagonista pasándose un pelo que se ha atravesado en la nuca, como el kirikikiri de Audition.
No hay duda de que Anja Plaschg está soberbia como esa mujer que aterriza en este lugar con la mirada limpia, sin más ambición que ser una buena esposa y madre. Las cosas se irán torciendo para ella, cuando descubra que lo que le espera no es lo que ella soñaba. Lo mágico de El baño del diablo es que el mal no se presenta como una violencia explícita, ni tangible. El mal surge de la frustración de esta mujer, de la falta de empatía y cuando su resignación se vuelve locura. A mí personalmente el folk terror (tipo Midsommar) no me apasiona ni este tipo de narración lenta que además juega al despiste. Puedo intuir rápido qué me quieren contar y me entrego sin más a la sucesión de magníficas secuencias, a la ambigua mirada de la protagonista y a la demoledora visión de la depresión sufrida en silencio por una mujer en esa época.
El baño del diablo se estrena el viernes 15 de noviembre en España.
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