Madeline Matlock miente por un propósito, una misión: descubrir quién está detrás de la muerte de su hija por sobredosis de opiáceos. Logra que un ejecutivo con prisas le pague un café que luego tira, pues lo que le interesa es escuchar lo que dice este tipo por su móvil. Roba azucarillos de la cafetería que reúne en una mano junto a caramelos que lleva en el bolsillo para que le ayuden, qué (falsamente) torpe, a ir pasando barreras hasta colarse en una reunión de ejecutivos de una empresa. La empresa en la que quiere volver a ejercer como abogada tras años de ausencia (a lo Alicia Florrick). En su caso 30 años, toda una vida, aunque luego veremos que en realidad son menos. Recuerda: ella miente.
Matty es el nombre con el que se presenta, así los demás la tratan con dulzura, sin miedo; al igual que sus ademanes, como agarrar la mano para crear vínculo mientras mira a los ojos o no disimular su empatía hacía alguien, aunque le cueste el caso o llevar ricas magdalenas al trabajo horneadas en su tiempo libre. Matlock es un homenaje al famoso abogado de la televisión (1986-1995), creado por Dean Hargrove e interpretado por Andy Griffith. En el primer episodio, hay otros guiños a series como Cheers, El equipo A, Perry Mason… Y uno bien gracioso a la Macarena de los Del Río, cuando a un preso le mencionan el año en que se bailaba la canción para que recuerde un hecho importante para el caso que les ocupa. Esos 26 años desde que se editó la Macarena son los que pasó un hombre inocente en la cárcel. Su hija lucha por demostrar que hubo negligencia policial en el caso. Lo mismo que intenta Matty con el caso de su propia hija. El paralelismo entre los casos y su propia vida tendrán mucha importancia en cada episodio.
Ella es invisible ("nadie nos ve venir", dice), una anciana aparentemente inofensiva, a lo Jessica Fletcher en Se ha escrito un crimen, que sin embargo esconde ases en la manga. Muchos ases. Y esto es lo que me engancha a esta serie. Más allá de los casos que se vayan produciendo como buen procedimental, el enigma que vertebra Matlock es la muerte de su hija. Matty no necesita volver a casa en bus, tiene chófer. No vive sola en Queens cuidando de su nieto, vive felizmente con su marido en una mansión, cuidando de su nieto, eso sí, un cerebrito de la tecnología que la ayudará en sus pesquisas. Matty se ha infiltrado en esta empresa en pleno corazón de Manhattan porque sabe que uno de sus nuevos compañeros fue responsable de la muerte de su hija. Los sospechosos son el dueño de la empresa y su hijo, ambos blancos (Beau Bridges y Jason Ritter). Luego están dos personajes negros (muy The Good Wife también): la ambiciosa nuera (Skye P. Marshall), a la que Matty respeta y con la que hace buenas migas (aunque también la tiene en el radar), y otro directivo (Eme Ikwuakor), con el que la nuera mantiene un affaire en pleno divorcio. A Matty le ponen en el equipo de dos jóvenes que cierran la cuota interracial: una asiática ambiciosa (la china Leah Lewis) y un latino asertivo (David del Río, de origen colombiano cubano).
La oscarizada actriz de 76 años vuelve a interpretar a una abogada tras Harry’s Law (2011-2012) y lo hace tras ser recuperada para la tele por Ryan Murphy en American Horror Story. La primera entrega de Matlock, creada por Jennie Snyder Urman, showrunner de Jane the Virgin, tiene 10 episodios y se emite en EE UU en la cadena CBS haciendo tándem con Elsbeth, con la que comparte a una protagonista que no es lo que parece. Ya ha confirmado segunda temporada.
Lo mejor de Matlock, trufada de unos diálogos trepidantes y de situaciones para lucimiento de la actriz (podrían pillarle en alguna de sus mentiras pero ella es la leche), es ver a Kathy Bates engañando al personal con su falsa sonrisa. Un poco como hacía en Misery pero con moño, menos kilos y el odio suficiente como para querer vengarse como sea: "Voy a meterlos en la cárcel".
Al final de cada episodio varios flahsbacks nos explican lo que no vimos: cómo ha pergeñado su maquiavélico plan (vaya publicidad de Eataly en el segundo episodio).
En el tercer episodio, Kathy Bates se ha ganado con creces varias nominaciones, cuando ejerce como abogada frente al jurado denunciando el acoso sexual en el trabajo de su clienta (en este episodio qué bueno el cameo de Yael Grobglas, Petra Solano en Jane the Virgin, aquí detectora de mentiras profesional (ver a Matty acorralada y salirse con la suya no tiene precio).
En el cuarto episodio, Matty se siente identificada con el caso que le ocupa, el de un hombre que ha perdido a su mujer por una negligencia. Algo parecido ocurre en el sexto episodio, el más emotivo por el momento, cuando el caso se centra en la muerte del bebé de una pareja de lesbianas. Matty es capaz de llorar y hacer llorar a Olympia. Un ataque de pánico hace que su marido le aconseje abandonar. Pero Matty no lo hace finalmente porque el bufete le ofrece participar en los casos que tengan relación con la farmacéutica.
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