7.4.15

Mad Men 7x8 ¿Es esto todo? La vida no vivida

Don cambia el Old Fashioned por café.
(Mad Men 7x8 Severance (Ruptura) review/opinion)
Reviews: 7x1/7x2; 7x3; 7x4; 7x5; 7x6; 7x7.
Claves de la séptima temporada.

A partir de aquí, spoilers. 
Definitivamente, disfruto mucho más de un episodio de Mad Men cuando escribo sobre él. ¿Qué hace que un hombre que parece tenerlo todo –dinero, mujeres, poder, reconocimiento– acabe solo en una cafetería, sin quitarse el abrigo, esperando, interesándose por una camarera alejada de las modelos con las que trabaja y se acuesta? Don y Sterling están viviendo la vida loca. En el trabajo, las modelos jóvenes se desvisten bajo un abrigo de chinchilla, mientras los hombres, voyeurs del espectáculo, fuman, fetichistas. Ésta es la visión del espectador, como diría Don después de McCann "son unos pervertidos, adoran los cástings". En realidad, Don no está solo en la sala disfrutando del espectáculo. Él domina la situación, otros toman apuntes. Ellas se enamoran de él, le dejan mensajes a su secretaria. Él elige con quién se acuesta, él domina. Vuelve a ser el genuino Don Draper. Sterling ha cambiado físicamente, con esos grandes bigotes canosos, Don, no. Sigue siendo de la vieja escuela y parece irle bien. Pero todos los amantes de Mad Men sabemos que no, que Don silencia su amargura, una vez más.

La belleza se convierte en necesidad en la vida de Don, ahora soltero de nuevo, un playboy borracho y con dinero, con ese Sterling que deja casi 100 dólares de propina. Las cosas les van bien, pero Don tiene un sueño, una pesadilla en realidad, una premonición. Rachel, aquella mujer judía, con poder, de los grandes almacenes (vista por última vez en el episodio 2x5), se desliza en su subconsciente (en el que también piensa en eslogans, como el de las maquinillas Wikilson) bajo un abrigo de pieles, y le dice: "Tengo que decirte que perdiste el vuelo". No será el primer avión (oportunidad) que aparezca en Severance, el episodio octavo de la séptima temporada de Mad Men. Don elige de entre todos sus posibles rollos de una noche a una azafata que le mancha la alfombra de su apartamento de vino, tan rojo como la sangre. Don no le da importancia y lo tapa con la propia colcha. Más aviones. La camarera (Diana, Elizabeth Reaser) que lee USA Trilogy de John Dos Passos y a la que Sterling de forma despectiva llama Mildred Pierce, parece ser una vieja conocida de Don. Pero Don no acaba de reconocerla. (No lo recuerdo bien, pero ¿no era ella la que viajaba en un aviónjunto a Don hace unos cantos episodios?). No hay nada que motive más a Draper que seducir a una desconocida que se le resiste. Y Don vuelve a la cafetería donde acabará solo al final del episodio, buscando el recuerdo, intentando descifrar el enigma. La camarera domina, le invita a salir afuera, le seduce, se dejan llevar. El polvo es tan breve como su primer encuentro. Ella ya no quiere más, pero Don regresa, no sabemos, en realidad, el por qué.

Mientras Don se preocupa más por dormir la siesta en el trabajo y perseguir conejos blancos, Sterling insulta a los que no son como él (la camarera) y se regocija al tomar decisiones como despedir a Ken, el del parche en el ojo. El karma no tarda en llegar y Ken se convierte en un cliente. Sterling es tan déspota como Joan, con la que me extraña que vuelva a haber feeling porque son tal para cual. Si Don y Sterling van a la par, en este episodio Joan y Peggy no se separan. Don y Peggy no se cruzarán en ningún momento, un dato relevante. De hecho es Joan quien pide ayuda a Don, no Peggy, en un acuerdo con unas medias. Sobre todo Joan tiene que sufrir unos lamentables comentarios sexistas de la gente de McCann, que no sale bien parada en Mad Men. "Deberías dedicarte a los sostenes", le espeta uno de los tipos. Como mujer esta secuencia da asco, tanto como la escena inmediatamente posterior, dentro de un ascensor (¡ay, los ascensores!) en la que Joan justifica esa actitud argumentando que ella está buena y Peggy, no, por eso no sabe lo que es. La belleza, otra vez. "Quiero quemar este sitio", espeta Joan antes de encararse con Peggy, fea, Olson. Pero no arde cual Juana de Arco, prefiere irse de compras (Oscar de la Renta para arriba) y desaprovechar un descuento porque ella lo vale y no necesita recordar su humiled pasado. Al inicio del episodio, sin embargo, Don sí habla sobre el suyo a las chicas con las que ha ligado. Dice Sterling: "Le encanta contar historias de cuando era pobre".

¿Qué se bebe en Mad Men? Don Draper lleva hasta petaca!
Algo me falta en este episodio, la interacción de Don y Peggy, o Sally, que no aparece. Sólo vemos mujeres floreros y un leit motiv: aviones y coincidencias. Cuando Ken es despedido, le dice a Don: "No es una coincidencia, es una señal de la vida no vivida". Esas cosas marcan a Don que acude al funeral de Rachel en busca de respuestas. Rachel tuvo dos hijos después de conocerle. ¿Serán suyos? ¿Por qué si no la hermana de Rachel conocería de la existencia de Don? Pero Don no reacciona ni pregunta. Rachel murió de leucemia y Don sufre un palo tan fuerte como con la muerte de su querida Anna. Mientras Joan y Sterling se creen los amos del mundo y Don pierde el tiempo intentando averiguar qué significan las señales, Peggy coge su propio avión, ése que le llevaría a París. Peggy sigue luchando en el trabajo, quitándole importancia al sexismo, intentando hacerlo lo mejor posible. Tanto, que traga con una cita a ciegas que le ofrece un compañero, algo que le hace sentirse bella, que necesita, aunque el susodicho sea un pelín blandengue y se coma un plato que no ha pedido. Peggy es resolutiva, franca, directa, enorme. Y el chico se da cuenta: eres divertida y valiente. Todo lo contrario a Don, que es un mustio y un cobarde absoluto. Se habla de una fiesta de Vogue, de cócteles y de cambiar eslóganes de campaña antes que deshacerse de chicas que están buenas. Pero Peggy no va a fiestas, ni de compras, ni presume, ni llora por las esquinas. Es una puta heroína, lo mejor de Mad Men. Sueña con viajar a Paris, ella que nunca ha tenido vacaciones, y a diferencia de Don no se acuesta con su cita, por mucho que lo desee porque siente que ése puede ser el hombre de su vida, con el que viajar a Paris. Que no encuentre el pasaporte es lo primero que le frena, luego, su propia necesidad de darse a valer. Pero nadie en este episodio coge un avión finalmente. La ruptura del título llega para Don (que ve cómo la gente a la que quiso va desapareciendo, su pasado), para Peggy (más segura de sí misma, sin necesidad de la aprobación de nadie), para Joan (que debe asumir que su volputuosidad ha sido un arma de doble filo) y para Sterling (cuya prepotencia le va a llevar a tener que lidiar con nuevos problemas en la empresa).

Severance está dedicado a la memoria del director Mike Nichols, fallecido en 2014. La primera modelo que aparece con el abrigo de chinchilla es Rainey Qualley, la hija de Andie MacDowell. La canción que suena, Is that all There is? (¿Es esto todo?), es de Peggy Lee.

8 comentarios:

Juan dijo...

Solo quería comentarte que en la escena del ascensor no es Joan la que tiene una actitud machista, al menos no la única. Peggy culpa a Joan, concretamente la forma en la que viste, de los comentarios machistas que había sufrido anteriormente.
Peggy, como todos los personajes de la serie incluyendo las mujeres, tiene ciertas actitudes machistas inherentes a la época en la que vive. No es una "puta heroína" ni de lejos, menos mal.

yramosi dijo...

Buen análisis del capítulo.
No me acaba de gustar que no expliquen qué ha pasado con la oficina de Los Angeles, Peter y Ted han vuelto, ¿qué ha pasado con Lou y con Jim el que era el socio de Ted en su anterior agencia y que ejercía de malo con Don?, y parece que no ha pasado tanto tiempo ya que Don todavía está divorciándose por lo que dice.
Tanto Peggy como Joan buscan el reconocimiento profesional de sus colegas y ambas son conscientes de sus limitaciones las de Joan por su físico que son las que precisamente le han ayudado a ser socia y las de Peggy para relacionarse con los demás y por tener que demostrar con su trabajo que es tan buena como el que más a pesar de su físico (que por cierto es la que mayor transformación física ha tenido de todos) y de la falta de estudios. Ambas son crueles entre ellas y tienen mentalidades machistas que entiendo propias de la época y que siguen vigentes desgraciadamente. Ellas son amienemigas por esas diferencias físicas cuando han empezado de la misma manera como secretarias.
Sterling es un comercial al que no le importa vender a quien sea por el negocio...excepto a Don al que en cierta medida le fue leal ya que no deja de ser su compinche del curro y de ligues. Me encanta el desparpajo que tiene y como es divertido en sus comentarios mordaces.

Atención a las secretarias, elementos fundamentales de la serie...desde Peggy que empezó como tal Megan, Joan que era la jefa de las secres, la vieja que no daba ni una y que se murió en la oficina, la de Sterling que ejerce de mujer/mama y la actual de Don que parecía una cabeza de chorlito y ahora le va que ni pintada.
Don tiene sus fantasmas los de su vida anterior de pobre y los de las mujeres a las que ha dejado tiradas...como Rachel o aquella profesora de sus hijos con la que estuvo a punto de fugarse, la vecina casada con la que le fue infiel a Megan o la psicóloga que trabajaba en la agencia y a la que dejo por Megan....quizás en cada episodio de los que quedan aparezca cada una de ellas como escarmiento y se redima....ya que si Don es un egoísta que a no ha sabido querer/cuidar a sus mujeres...entre ellas su hija.

Mariló García dijo...

Juan, para mí Peggy sí es una heroína. Tú lo has dicho, condicionada por una època. No ha necesitado acostarse con nadie por trabajo como Joan ni ha chupado del frasco como Betty. Peggy ha sido una desgraciada, sí, y le falta la autoestima que personas como Joan, presumiendo de su belleza, le han inculcado a ella por ser fea. Peggy le echa en cara a Joan que ella juega a su juego y le puede salir mal. No te digo que esté a favor de su opinión, sólo digo que, por comparación, Joan es una perra.

Anónimo dijo...

Mad Men de inagotable calidad, nos entrega otro gran capitulo, se refuerza aun mas esa idea agónica de la insatisfacción continua de no saber que lo que hace falta para ser feliz, aun teniéndolo todo. Y aquello es algo que aplica para la mayoría de los personajes, el hecho de que Peggy tenga guardado su pasaporte en el trabajo delata que el trabajo le frena las posibilidades de lanzarse a hacer cosas que la hagan feliz, en ese sentido tanto ella, como Pete, Ken, Don etc. se ven absorbidos por una carrera competitiva de quien alcanza la mayor autorealización profesional, pero ¿eso los hace realmente felices? Don ya se esta empezando a dar cuenta de eso, Peggy aun no ha llegado a la cima como para para comprender eso, creo que el titulo del capitulo apunta hacia eso.

Recuerdan esa conversación de Don con Peggy en The Strategy en donde ambos coincidían en que no tenían nada y que no sabían realmente hacia donde se dirigían sus vidas? Al final de la serie se debería resolver esa encrucijada que encierra el éxito: la alienación y la soledad.

Series Anatomy dijo...

Estupendas las Mad Women, os dejo el post que le dediqué anteayer a una loquísima entre las locas: Betty. Os lo dejo, por site tenéis curiosidad ;)

http://seriesanatomy.blogspot.com.es/2015/04/person-of-interest-betty-draper.html

Saludos!

yramosi dijo...

he tenido que ver otra vez el último capitulo del pasado año para acordarme de como acababan con el socio de Ted y este volvia a la ciudad.

Por ciero he visto el primer capitulo y junto con Peggy el que mas ha cambiado fisicamente es Peter y no solo por la fperdida de pelo. En ese capitulo aparecia el personaje de Rachel cuya muerte perturba a D0n

Anónimo dijo...

Rachel habló con su hermana de Don

Mariló García dijo...

Claro que Rachel habló de Don con su hermana, pero ¿en qué contexto: son sus hijos?