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Tiene todos los ingredientes para convertirse en un referente televisivo. ‘House of Cards’, que estrena Canal+, sigue las maquiavélicas artimañas de Francis Underwood, un político con aspiraciones que ve cómo en el último momento su partido no cuenta con él. La ambición desmedida, la sed de poder de este hombre sin escrúpulos, es el leitmotiv de la primera serie creada por David Fincher (La red social) para televisión, cuyos dos primeros episodios también dirige. La historia corre a cargo del habitual guionista de Fincher, Beau Willimon, que se ha basado en la miniserie británica de los noventa, ganadora de varios premios, entre ellos un Emmy al mejor guion y un BAFTA para su protagonista, Ian Richardson. Al igual que en aquella, el personaje rompe la cuarta pared y se comunica con el espectador, creando una complicidad inusual. Para mirarnos a los ojos y convencernos de su audaz propósito, nadie mejor que el oscarizado Kevin Spacey, con el que Fincher coincidió hace casi 20 años en el thriller Se7en. Spacey logra un retrato de este astuto y corrupto congresista realmente aterrador. De hecho, nos convence rápidamente de lo que es capaz su despiadado personaje con la primera escena del piloto. En su red de mentiras para alcanzar el poder no estará solo. A su mismo nivel –o superándole, incluso– le acompaña su codiciosa mujer, interpretada por Robin Wright. En la sombra, la ayuda de la prensa, con una joven periodista también ávida de triunfos y reconocimientos (Kate Mara, vista en American Horror Story). Como comenta Kevin Spacey en una entrevista en el número de febrero de la revista Cinemanía, él y Fincher accedieron a embarcarse en este proyecto por la seguridad que les dio Netflix, el canal que produce y emite la serie en EE UU. En dicho acuerdo se incluye el rodaje de dos temporadas, de 13 episodios cada una, sin la necesidad de presentar un episodio piloto. Tenemos House of Cards para rato.
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